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Llamadas Oportunas
La Única Paz de Mente
EL CAMINO DE REGRESO AL EDÉN
SÓLO DOS CAMINOS
Voy a leer del El Discurso Maestro de Jesucristo, la página 84, los párrafos uno al tres. Estos se basan en la escritura “Buscad primero el Reino de Dios”.
D.M.J., p. 84 – “Los oyentes de las palabras de Cristo seguían aguardando ansiosamente algún anuncio del reino terrenal. Mientras Jesús les ofrecía los tesoros del cielo, la pregunta que preocupaba a muchos era: ¿Cómo podrá mejorar nuestra perspectiva en el mundo una relación con él? Jesús les mostró que al hacer de las cosas mundanales su anhelo supremo, se parecían a las naciones paganas que los rodeaban, pues vivían como si no hubiera Dios que cuidase tiernamente a sus criaturas.
‘Vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas. Más buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas”. ‘ … Abrid el corazón para recibir este reino, y dedicad a su servicio vuestro más alto interés. Aunque es un reino espiritual, no temáis que vuestras necesidades temporales sean desatendidas. Si os entregáis al servicio de Dios, el que es todopoderoso en el cielo y en la tierra proveerá todo cuanto necesitéis.
“Cristo no nos exime de la necesidad de esforzarnos, pero nos enseña que en todo le hemos de dar a él el primer lugar, el último y el mejor. No debemos ocuparnos en ningún negocio ni buscar placer alguno que pueda impedir el desarrollo de su justicia en nuestro carácter y en nuestra vida. Cuanto hagamos debe hacerse sinceramente, como para el Señor”.
Arrodillémonos y oremos para que podamos hacer del avance del reino nuestro mayor interés; para que ninguna cosa pasajera interfiera con nuestro servicio incondicional al Señor; y que de todo corazón creamos que el Señor proveerá nuestras necesidades. Sólo entonces no tendremos temor por el futuro.
Copyright, 1953
Todos los derechos reservados
V.T. HOUTEFF
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TEXTO DE LA ALOCUCIÓN POR V. T. HOUTEFF
MINISTRO DE LOS DAVIDIANOS ADVENTISTAS DEL SÉPTIMO DÍA
EL SÁBADO, 28 DE DICIEMBRE DE 1946
CAPILLA DEL MONTE CARMELO
WACO, TEXAS
Génesis 3:17 – “Y al hombre dijo: Por cuanto obedeciste a la voz de tu mujer, y comiste del árbol de que te mandé diciendo: No comerás de él; maldita será la tierra por tu causa; con dolor comerás de ella todos los días de tu vida”.
Después que Adán pecó, ¿qué le dijo el Señor a él? – “Por cuanto obedeciste la voz de tu mujer, has hecho lo que no debías, y has comido del fruto que te prohibí que comieras, por esta causa, la tierra es maldita, no en contra tuya, sino para tu bien”.
El Error, siendo contrario a la Verdad, ello hubiera dicho, “Bendita es la tierra por tu bien”. Y en vez de decir, “Con dolor comerás todos los días de tu vida”, El Error hubiera dicho, “Con alegría comerás de ella todos los días de tu vida”. En otras palabras, mientras que Dios pronuncia una maldición, Satanás en las mismas circunstancias pronuncia una bendición. Así que estando el mundo naturalmente en armonía con lo que Satanás habla, espera vivir en el placer todos sus días. No obstante está teniendo mucho dolor. Gran cantidad de dolor.
Génesis 3:18 – “Espinos y cardos te producirá, y comerás plantas del campo”.
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El Diablo, por supuesto habría dicho, “Rosas y flores te producirá”. Y en vez de decirles, "Comerás hierba del campo”, él les hubiera dicho, “Tú comerás de todas las cosas que encuentres en el campo”. Es verdad que él no dice esto en un libro, pero lo dice en el corazón de cada ser viviente, y ellos celosamente obedecen su voz.
Génesis 3:19 – “Con el sudor de tu rostro comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra, porque de ella fuiste tomado; pues polvo eres, y al polvo volverás”.
Satanás habría dicho: “Con alegría comerás tu pan hasta que, por el proceso de la evolución, vengas a ser como un Dios; porque fuiste tomado de un insignificante átomo, y evolucionarás hasta llegar a ser un Dios poderoso si prosigues de esta manera”.
Pero ¿qué dijo Dios? – “Con el sudor de tu rostro comerás el pan todos los días de tu vida; esto es por tu propio bien vas ahora a tener dificultades en ganar tu vida; así que podrás tratar ya de reconciliarte con ello”. En otras palabras, aunque no era éste el destino del hombre antes que pecara, ésta vino a ser su suerte tan pronto como fue arrojado del jardín, tan pronto como él ganó la maldición.
“Pero”, vosotros preguntáis “¿por qué se propuso Dios que todos nosotros tuviéramos que pasar por arduos trabajos y pesares antes de que regresemos al Edén? Si él ha de llevarnos de vuelta, ¿por qué no lo hizo desde un principio, en los días de Adán?” - La respuesta a estas preguntas se halla en
Lucas 15:11-13 – “También dijo: Un hombre tenía dos hijos; y el menor de ellos dijo a su padre: Padre, dame la parte de los bienes que me corresponde; y les repartió los bienes.
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No muchos días después, juntándolo todo el hijo menor, se fue lejos a una provincia apartada; y allí desperdició sus bienes viviendo perdidamente”.
La historia cuenta que había dos hijos en la familia. El mayor de ellos eligió permanecer en casa, pero el más joven eligió irse lejos. Y vosotros sabéis lo que sucedió. Poco tiempo después el hijo joven malgastó todo su patrimonio en una vida licenciosa.
Estoy seguro de que el padre sabía de antemano que su hijo iba encaminado a sufrir duros contratiempos. El amaba mucho a su hijo, y seguramente deseaba salvar al joven de todos los sufrimientos que le esperaban. El mismo hecho de que cuando el joven volvió el padre salió a su encuentro, estando el hijo aún muy lejos de la casa, e hizo un banquete para él, no obstante que había malgastado los bienes de su padre y deshonrado el nombre de la familia, es una gran evidencia que el padre amaba al hijo supremamente. Le fue permitido al joven dejar el hogar solamente porque nada sino la experiencia propia podría haberle demostrado su locura, probándole a la vez el amor de su padre por él.
¿Cuál fue la causa de que al joven le disgustara su casa? Fue el deseo de vivir una vida licenciosa. Ningún joven y ninguna joven dejan su casa excepto con la esperanza de obtener libertad para vivir perdidamente y obrar conforme a su voluntad y según los deseos de su corazón carnal.
Una vida licenciosa - sin duda puede ser bastante divertida por una temporada, pero su resultado final es la vergüenza y deshonor. Si el hijo prodigo viviera en nuestros días ¿qué suponéis vosotros que él haría para comenzar su vida divertida y tener buen tiempo? - Con seguridad que lo primero que haría, si le fuera posible, sería comprar un automóvil,
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buena ropa, un anillo con diamante, un brillante pisacorbata, un reloj de pulsera. ¡Oh sí!, y no olvidaría poner una flor en el ojal de la solapa y un pañuelo de seda en el bolsillo al lado de su saco. (Puede ser que no haya nada de malo en tener algunas de estas cosas, pero ciertamente no es recomendable ni aún de buen gusto adornarse con todo lo que se pueda. Por decir lo menos, es ridículo ataviarse al estilo del pavo real).
¿Y a quiénes llevará este joven díscolo en sus paseos? - Por supuesto que a las jóvenes. ¿Y a dónde irán? - no a donde van los predicadores, ni tampoco irán a la iglesia.
Lucas 15:14 – “Y cuando todo lo hubo malgastado, vino una gran hambre en aquella provincia, y comenzó a faltarle”.
Si vosotros gastáis todo lo que tenéis y todo lo que ganáis también, tarde o temprano tendréis hambre. La Providencia trajo esta hambre especialmente para traer al joven “a sí mismo”. Sin duda que ningún joven deja su casa cuando está en sí y, al contrario, tampoco vuelve a su casa antes de volver en sí mismo. Sí, así aprende su lección, ¡pero a qué costo! ¡A qué costo!
Lucas 15:15-16 – “Y fue y se arrimó a uno de los ciudadanos de aquella tierra, el cual le envió a su hacienda para que apacentase cerdos. Y deseaba llenar su vientre de las algarrobas que comían los cerdos, pero nadie le daba”.
Cierto es que el pródigo obtuvo trabajo, pero éste “no cubría sus pagos”, porque aún tenía necesidades.
Lucas 15:17-19 – “Y volviendo en sí, dijo: ¡Cuántos jornaleros en casa de mi padre tienen abundancia de pan,
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y yo aquí perezco de hambre! Me levantaré e iré a mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti. Ya no soy digno de ser llamado tu hijo; hazme como a uno de tus jornaleros”.
El finalmente descubrió que había estado jugando al necio de sí mismo y comenzó a reflexionar acerca de volver a su casa, diciendo: “Pensad cuantos criados hay en la casa de mi padre. ¿Por qué yo aquí perezco de hambre? Pero, pensó, “¿que diré cuando llegue allá?”. Habiendo vuelto en su sentido, por supuesto, sintió que debía decir la verdad, la cosa que lo recomendaría ante el Cielo así también como ante la tierra.
Si este joven hubiera escuchado el consejo de su padre en primer lugar, él no habría sido humillado. ¡Y que humillación! y también que lección no sólo para los jóvenes, sino también para los mayores. Sí, hay miles de jóvenes y mayores también que aprenden grandes lecciones, pero a menudo pagan precios tremendos tan sólo porque escuchan al “embaucador” del Diablo. ¿Por qué son ellos llevados tan fácilmente por sus seducciones? - Solamente porque su atractivo cebo atrae a la naturaleza egoísta y pecaminosa del hombre.
La humillación del pródigo espera no solamente a los jóvenes que no aceptan los consejos de sus ancianos, sino también a los mayores que no aceptan honestamente los consejos del Señor. Esta es una de las leyes de Dios que ninguno ha sido capaz de evadir.
La experiencia del pródigo contesta ahora las preguntas: ¿Por qué Dios sacó a Adán del Jardín? En primer lugar ¿por qué lo arrojó del Jardín? Si Dios tenía de todos modos que perdonarle algún día, ¿por qué no lo perdonó poco después de su caída y le volvió a poner en el Edén? ¿Por qué no toda la humanidad fue salvada de esta manera de vivir en medio de la miseria y de la muerte
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antes de volver al Edén?
Si Dios hubiera permitido a Adán y Eva permanecer en el Jardín después de su pecado para así seguir teniendo acceso al “árbol de la vida”, les hubiera así perpetuado su vida pecaminosa en su estado de pecado. Qué cosa tan terrible hubiera sido - pecadores que viven eternamente. Y si les hubiera evitado a sus descendientes pasar por las dificultades y la muerte, no hubieran podido darse cuenta de lo que es una vida de pecado, como de la misma forma el pródigo no podía hacerlo antes de pasar por una vida licenciosa, y de fracaso, trabajo riguroso y pobreza.
“Pero” vosotros decís, “si el Señor no pudo regresar a Adán y Eva al Jardín sin primero hacerlos pasar por la muerte y la resurrección, ¿Tenía él que maldecir la tierra ocasionando con esto que ganaran el pan con el sudor de su rostro? ¿Y por qué tenía que hacerlos comer su pan con dolor por 6.000 años? Porque todos los que han de entrar en el Reino, y volver al Edén, deben primero volver en sí mismos como lo hizo el hijo pródigo, pues todos deben comprender que todas las cosas fuera del jardín son nada más que desperdicios de puercos.
Porque el trabajo es esencial y porque a los pecadores por naturaleza les disgusta el trabajo, los cardos y las espinas fueron creados obligarles a trabajar para ganarse la vida. Si dejamos en el campo las malezas perjudiciales, y pasamos el tiempo divirtiéndonos, entonces éstas ahogarán las mieses, y nosotros, como el hijo pródigo, tendremos hambre. Así que, el que no trabaje que no coma. Dios quien conoce lo que es mejor para nosotros, hizo de tal manera las cosas para que ganemos nuestra vida de un modo difícil trabajando todo el día con sólo poco descanso.
Ahora para los que han vuelto en sí mismos, el trabajo es un
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placer. Sólo los necios aborrecen el trabajo.
Antes que fuera inventada la maquinaria moderna los agricultores no tenían tantas dificultades con las pestes destructoras como las tienen ahora. Pero como la maquinaria se multiplicaba y mejoraba, también los insectos. ¿Y cuál es la razón de esto? - Para tenernos trabajando todavía y evitarnos tanto daño.
Cuando yo vine a Estados Unidos hace algunos años, vi toda clase de maquinaria, maquinaria que hacía bastante trabajo en corto tiempo. Pero juntamente con todas estas conveniencias, ¿qué otra cosa vi? - Yo vi cardos y espinas multiplicados por miles y toda clase de pestes devorando los sembrados.
En los países antiguos no teníamos maquinaria, ni tampoco teníamos que rociar la vegetación. ¿Por qué? - Porque la gente trabajando sin maquinaria se mantenía ocupada. Si ellos hubiesen tenido que combatir pestes sin tener nada con que combatirlas, entonces tampoco cosecharían nada. Pero cuando la maquinaria nos libra del trabajo, Dios manda las pestes para ponernos de nuevo a trabajar.
El Señor mandó que ganáramos la vida con el sudor de nuestro rostro, pero sabía que muchos de nosotros no lo haríamos si no nos hubiésemos visto obligados a hacerlo. Y El también sabía que si nosotros no teníamos mucho que hacer, nos veríamos envueltos en dificultades y desórdenes y por consiguiente nunca vendríamos en si mismos, y nunca volveríamos al Edén. El pues maldijo la tierra para nuestro bien.
Además para la mujer que se sienta y hace muy poco para mantener su casa, Dios manda a las cucarachas y a los chinches, los ratones y las ratas, las moscas y las hormigas, los piojos y las pulgas. Sí, y también los mosquitos. Sí, todas estas pestes las pondrán a trabajar dentro
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y fuera de la casa, si ninguna cosa hace.
¿Qué sería del hombre si no fuera por las pestes? Como ves, Dios ha hecho todas estas cosas con un buen propósito. Pero a pesar de todas estas pestes que urgen a la gente a levantarse para moverse, ¡hay todavía algunos que prefieren vivir como cochinos! ¿Por qué esperar hasta que El envíe su gran ejército de pestes? ¿Por qué no tomar su consejo, manténte ocupado en hacer a los otros felices, en hacer al mundo mejor de lo que es, para dar a saber que tu estás en él para hacer bien y no para ser una carga en él? Entonces los ángeles se deleitarán en acampar en derredor tuyo, y el mismo Señor vendrá y comerá contigo.
Si nosotros hacemos los negocios de Dios nuestros negocios, su Reino nuestra casa, entonces todas las otras cosas por las que estamos en lucha y mortificándonos serán suplidas en gran abundancia. No seamos más entonces Cristianos en apariencia y gentiles de corazón, sino más bien seamos "sin engaño en nuestras bocas" y con "palmas en nuestras manos".
¿Por qué ha tenido la humanidad que esperar seis mil años antes de poder volver al Edén? - Porque este largo tiempo se ha requerido para que un gran número de pródigos se arrepientan, pródigos que han vuelto en sí mismos, quienes se dan cuenta de que es mejor ser un portero en la casa del Padre que el estar sumido en los deleites así llamados muy lejos de su casa. Dios no nos lleva de vuelta al Edén a ninguno de nosotros en el estado de entendimiento en que hemos nacido. No, así como El no llevó a Adán otra vez al Edén en su estado caído. Todos debemos volver en nosotros mismos. “… La aflicción no surgirá la segunda vez”. Nahum 1:9.
Ahora nosotros podemos ver porque es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja que el que un rico entre en el Reino. Solamente los pródigos que por medio de sus
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experiencias se dan cuenta que este mundo no es la casa de su Padre, sólo aquellos que comienzan su camino de regreso al Edén con el mismo entendimiento y con la misma confesión que la del pródigo, pueden formar parte del Reino.
También cuando los hijos de Israel fueron a Egipto, vivieron muy felices en la tierra de Gosén. Vivieron como reyes. Sí, ellos tenían mejor manera de vivir que los mejores de los Egipcios. Dios sabía sin embargo, que cuando el tiempo de su liberación se acercara, si ellos continuaban viviendo como reyes, con tantas felicidades como tenían cuando vivía José, entonces ellos nunca pensarían en volver a la tierra prometida. Así fue que providencialmente se presentaron penosas circunstancias que los hicieron clamar día y noche por su liberación. Entonces ellos estaban listos para marchar. Aunque para hacer más seguro su deseo de salir de Egipto, el Señor permitió que los mayordomos Egipcios azotaran sus espaldas para hacer su trabajo sobremanera duro mientras que Moisés estaba en la tierra. De la misma manera hay que azotar fuera de nosotros el amor del mundo, si hemos de emprender nuestro camino para el hogar del Edén.
Ahora jóvenes, varones y mujeres si queréis vivir licenciosamente, bien lo podéis hacer. Sin duda que hoy día hay mucho más en que pasar el tiempo, que lo que había en tiempo del pródigo original. Pero recordad que si alguna vez hayáis de volver a nuestro hogar Edénico debéis pagar el mismo precio que él pagó. No hay allí entrada gratis para ninguno sea viejo o joven.
Eclesiastés 4:5 – “El necio cruza sus manos y come su misma carne”.
El necio dobla juntas sus manos; desprecia el trabajo. El come su propia carne. Más bien que trabajar, él estará siempre hambriento, dejando que su estómago consuma la
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reserva de su gordura, y así él será cada vez más delgado. ¿Quién quiere ser necio?
Eclesiastés 7:2 – “Mejor es ir a la casa del luto que a la casa del banquete; porque aquello es el fin de todos los hombres, y el que vive lo pondrá en su corazón”.
La casa del convite trae el fin de todo hombre que vive en el deleite, vive perdidamente. “El que vive lo pondrá en su corazón”. Entonces los que no lo “ponen en su corazón”, en realidad no viven y ellos necesitan ser revividos.
Eclesiastés 7:3 – “Mejor es el pesar que la risa; porque con la tristeza del rostro se enmendará el corazón”.
Si tu te lisonjeas en “el placer”, entonces un día tu corazón sentirá tristeza, pero si tu corazón está triste, algún día estará alegre. Sólo el necio elige estar en la casa del regocijo. Por lo que toca a mí, iré más bien a la casa de luto, a “sufrir aflicción con el pueblo de Dios, que gozar de los placeres del pecado por un corto tiempo”. Hebreos 11:25.
Hubo dos hombres que entraron en sociedad después que el Señor les mandó que salieran de su tierra para otra tierra lejos de su patria. Ellos se hicieron ricos. En efecto llegaron a ser tan ricos que tuvieron que separarse en dos compañías.
El que eligió las montañas para vivir, eligió una manera de vivir difícil, pero probó ser el más sabio. Pero el que eligió los valles para vivir, donde podía hacer su vida fácilmente, probó ser sumamente necio. Vosotros sabéis que este último era el más joven. El plantó sus tiendas hacia Sodoma, y cuanto más duraba mirando a la ciudad,
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tanto más cerca se allegaba a ella. Finalmente él decidió mover su tienda exactamente al lugar donde él podía mirar con más facilidad.
El vino a ser un gran hombre, posiblemente el alcalde de la ciudad, como algunos piensan, y así fue que él se sentó a la puerta de Sodoma. Más probablemente, sin embargo, se sentó allí esperando extranjeros para invitar a su casa. Seguro que la familia de Lot tuvo una vida de excitación y bullicio entre los de Sodoma. Pero el placer no duró para siempre, y Lot perdió en una noche todo cuanto poseía, y salió de allí siendo el más pobre de los pobres. Como veis Lot pagó muy cara su placer, y si queréis pagar el mismo precio por vuestros placeres, podéis hacer como él hizo.
El hombre de cuyos escritos hemos estado leyendo, fue el hombre más sabio que el mundo haya tenido y aún no ha habido otro como él. Ahora ¿qué dice él acerca de lo que hacen los insensatos? - El insensato va a la casa del placer. ¿Deseáis vosotros aprovechar por la experiencia de los demás? ¿Queréis vosotros tomar el consejo del hombre sabio? Si lo haces, entonces la sabiduría estará contigo.
Eclesiastés 10:18 – “Por la pereza se cae la techumbre, y por la flojedad de las manos se llueve la casa”.
La casa del perezoso decae. En su casa se ven males aún antes de terminarse o repararse. El es tardío en todas las cosas - lo cual es un mal hábito para cualquier persona que se deja caer en ello. Cuando se fuera de la ciudad, se nota a uno y otro lado del camino que las casas toscas y en mal estado son de aquellos que se miran sentados en los portales de las casas pasando el tiempo cuando debían estar trabajando. Pero con dificultad se mira alguno que esté ocioso sentado en derredor de las casas que se miran bien cuidadas. Si acaso se mira alguno, se le verá siempre ocupado en algo. ¿Qué estáis haciendo Hermano, Hermana? ¿Conocéis el camino de regreso al Edén?
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Volvamos a Eclesiastés.
Eclesiastés 3:17 – “Y dije yo en mi corazón: Al justo y al impío juzgará Dios; porque allí hay un tiempo para todo lo que se quiere y para todo lo que se hace”.
Dios tiene que juzgar al impío y al justo, porque hay tiempo para cada propósito y para cada obra. Cada uno tenemos que dar cuenta de nuestro tiempo y de nuestros hechos.
Eclesiastés 8:6 – “Porque para todo lo que quisieres hay tiempo y juicio; porque el mal del hombre es grande sobre él”.
Porque hay tiempo para cada propósito y cada obra, hay también tiempo de juicio tanto para los malos como para los justos. Y porque hay tiempo y razón para cada propósito, entonces la miseria del hombre acrecienta si él no atiende la ley Divina. El debería hacer todas las cosas a tiempo para no incrementar su miseria.
Proverbios 6:6 – “Ve a la hormiga, oh perezoso, Mira sus caminos, y sé sabio”.
¡El hombre, un estudiante; la hormiguita, un maestro! ¡Qué declaración tan humillante en contra del ocioso!
Proverbios 6:7-8 – “La cual no teniendo capitán, ni gobernador, ni señor, prepara en el verano su comida, y recoge en el tiempo de la siega su mantenimiento”.
La hormiga sabe que hacer y cuando hacerlo. Nunca deja de allegar su alimento aunque no tiene jefe. Si fuerais a su casa, encontraríais más provisión de la que requiere para la estación. Conoce cuando la cosecha viene, sabe como
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hacer el mayor acopio de ella. Si el hombre deja de hacer lo que la hormiga hace, si él falla en tomar nota del tiempo y la estación, entonces acrecentarán sus miserias.
Si este consejo viniera del hombre, quizá no lo necesitaríamos; pero vino de Dios, quien controla todas las cosas. El conoce nuestra vida desde nuestro el tiempo en el cual tú naces y hasta el tiempo en el cual tú mueres. El sabe que clase de vida es la que lleváis. Podéis haceros ir por el camino del pródigo, pero cuanto mejor será que no sea así. Lo mejor es que vayáis por el camino del Padre.
Recordad que sólo hay dos mentes magistrales en el mundo - la mente de Dios y la mente de Satanás. Nosotros como pecadores hemos nacido con la mente de Satanás, que está con nosotros hasta que hallamos nacido nuevamente, nacidos del Espíritu y con la mente de Dios. Para obrar bien entonces, debemos hacer lo contrario a lo que nuestra mente natural nos dice, y así entonces nos hallaremos haciendo lo que la mente de Dios está instruyendo que hagamos.
Los jóvenes saben lo que vosotros los adultos estáis haciendo. Ellos saben lo que tú piensas acerca de Dios y de su Reino. Ellos saben todo lo que tú piensas acerca de este lugar y de Su obra. Puesto que ellos saben todo esto, y mucho más, entonces es tiempo de que todos nosotros comprendamos que no podemos llevar a los niños más cerca de los objetivos de Dios, de lo que nosotros estamos; nosotros no podemos inspirarles fe ni celo en ninguna otra cosa si nosotros mismos no lo tenemos.
Yo espero que aquellos quienes están inspirados en el camino del pródigo, puedan venir en sí mismos, antes de que una experiencia miserable venga a ellos.
De esta manera, el camino de regreso al Edén, queda claramente indicado para cada uno que venga a este mundo.
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Continuaré la lectura donde quede el sábado pasado: El Discurso Maestro de Jesucristo, páginas 84-85.
D.M.J., pp. 84-85 – “Mientras vivió en la tierra, Jesús dignificó la vida en todos sus detalles al recordar a los hombres la gloria de Dios y someterlo todo a la voluntad de su Padre. Si seguimos su ejemplo, nos asegura que todas las cosas necesarias: nos "serán añadidas". Pobreza o riqueza, enfermedad o salud, simpleza o sabiduría, todo queda atendido en la promesa de su gracia.
El brazo eterno de Dios rodea al alma que, por débil que sea, se vuelve a él buscando ayuda. Las cosas preciosas de los collados perecerán; pero el alma que vive para Dios permanecerá con él. "El mundo pasa, y sus deseos, pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre". La ciudad de Dios abrirá sus puertas de oro para recibir a aquel que durante su permanencia en la tierra aprendió a confiar en Dios para obtener dirección y sabiduría, consuelo y esperanza, en medio de las pérdidas y las penas. Los cantos de los ángeles le darán la bienvenida allá, y para él dará frutos el árbol de la vida. "Los montes se moverán, y los collados temblarán, pero no se apartará de ti mi misericordia, ni el pacto de mi paz se quebrantará, dijo Jehová, el que tiene misericordia de ti".”.
¿Y cuál será nuestra oración esta tarde? Si, oremos por la comprensión de que si dependemos completamente del Señor, confiando en él por guía y sabiduría, no nos fallará; también deberíamos orar por la comprensión de que sus eternos brazos están siempre listos para abrazar al alma que se llega a él por ayuda; y deberíamos orar por fe implícita en su promesa de que si subordinamos todas las cosas a la voluntad del Padre, entonces todas las cosas que necesitamos en esta vida, “nos serán añadidas” para nuestros intereses eternos.
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SOLO DOS CAMINOS
TEXTO DE LA ALOCUCIÓN POR V. T. HOUTEFF
MINISTRO DE LOS DAVIDIANOS ADVENTISTAS DEL SÉPTIMO DÍA
EL SÁBADO, 10 DE AGOSTO DE 1946
CAPILLA DEL MONTE CARMELO
WACO, TEXAS
A menudo vosotros habéis oído decir que hay muchos caminos que conducen al Reino de eterna paz y de prosperidad, que nosotros podemos tomar cualquiera de ellos y llegar allí. Yo creo que hay dos caminos, un camino que conduce a la vida eterna y otro que conduce a la muerte eterna. Para dar a vosotros la razón porque la que creo que solo hay dos caminos, daré lectura en el libro que nunca se equivoca:
Mateo 7:13-14 – “Entrad por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta, y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella; porque estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan”.
¿Cuántos caminos? - Sólo dos: el camino verdadero y el camino falso. Estos dos caminos siempre han existido y existirán, siempre que existan el hombre natural y el hombre espiritual en la tierra. Estos caminos vinieron a existencia con los dos primeros hermanos que vivieron en la tierra - Caín y Abel. Los que van por el camino estrecho son los Abeles, y los que van por el camino ancho son los Caínes. Hay muchos caminantes en este último porque todos los que vienen al mundo comienzan en este camino y los más de ellos permanecen en él para siempre.
Esto es así porque para comenzar somos nacidos de la carne – “Caínes”. Naturalmente, por consiguiente, antes
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que seamos nacidos otra vez, nacidos del Espíritu y de esta manera puestos en el camino estrecho, todos nosotros hemos caminado por el camino ancho. Además, el camino ancho es bastante amplio para que llevemos por el todo lo que el pecado nos ofrezca, mientras que el camino estrecho es tan angosto que excluye todas las cosas con la única excepción del viajero mismo. Por consiguiente, hablando comparativamente, hay muy pocos que eligen negarle a la carne sus deseos; y abandonar el pecado en todas sus formas. Naturalmente entonces, muchos van por el "camino que al hombre parece derecho" aunque "...su fin son caminos de muerte”. Proverbios 14:12. Consultemos ahora el evangelio de Juan, capítulo 9:
Juan 9:39 – “Dijo Jesús: Para juicio he venido yo a este mundo; para que los que no ven, vean, y los que ven, sean cegados”.
¡Aquí se nos dice que Jesús vino para juicio, que ocasionará que aquellos que ven sean vueltos ciegos; y los que sean ciegos vean! La expresión es peculiar, pero el significado es claro: El vino a cambiar a cada ser humano, a invertir la situación de cada uno - A los que son ciegos él les dará capacidad para ver, y a los que ven él los hará ciegos.
Ahora juzguemos nuestro propio caso. Si en estos momentos nuestra visión es la misma de siempre, entonces sencillamente su venida no nos ha sido de ningún provecho todavía: Si con su visita, creemos que vemos y sabemos bastante, que no tenemos necesidad de nada, y no podemos ser convencidos de otra manera, entonces vendremos a ser ciegos para siempre, nunca seremos capaces de ver lo que El quiere que veamos. Pero si admitimos que somos ciegos a las cosas espirituales, nuestros ojos necesitan ser abiertos, entonces Cristo nos hará ver. Estos por experiencia dirán, "Una vez yo estaba ciego, pero ahora yo veo”. La experiencia del hombre ciego debe ser la nuestra.
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Juan 9:40-41 – “Entonces algunos de los fariseos que estaban con él, al oír esto, le dijeron: ¿Acaso nosotros somos también ciegos? Jesús les respondió: Si fuerais ciegos, no tendríais pecado; mas ahora, porque decís: Vemos, vuestro pecado permanece”.
Si vosotros decís vemos, y continuáis pecando, entonces vosotros mismos seréis responsables de vuestros pecados. Pero si vosotros no veis, El os hará ver para que dejéis de pecar.
Juan 10:1 – “De cierto, de cierto os digo: El que no entra por la puerta en el redil de las ovejas, sino que sube por otra parte, ése es ladrón y salteador”.
¿Queréis entrar en el “redil”? Si es así, debéis entrar por la “Puerta”. Si entráis al redil por alguna otra parte, con el tiempo seréis arrojados a las tinieblas de afuera, allí para crujir los dientes. Debemos hacer nuestra elección entre estas alternativas.
Juan 10:2 – “Mas el que entra por la puerta, el pastor de las ovejas es”.
En el versículo 9 Cristo dice, "Yo soy la puerta”. Al conectar el versículo 9 con el versículo 2, vemos que los que entran por el camino del Señor son los únicos que el Señor reconoce como los pastores de Su rebaño. Con esto el Señor implica que hay pastores desautorizados pastoreando sus ovejas.
Juan 10:3 – “A éste abre el portero, y las ovejas oyen su voz; y a sus ovejas llama por nombre, y las saca”.
El portero, el que está a cargo, abre la puerta sólo
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a aquellos que han cumplido con los requisitos para ser admitidos. En otras palabras, el Señor claramente nos dice que ninguno puede evadir la inspección del portero y escapar así para siempre. Y todavía a pesar de esta advertencia y del hecho de que entrar por la puerta es más fácil que escalar la pared, algunos escogen entrar a hurtadillas al redil —fingiendo ser en “la fe” y de esta manera entrando en el redil y esperando tomar control o conseguir adeptos. Sin embargo, no es posible inducir a las ovejas verdaderas de Dios a seguirlos porque ellos conocen la Voz del verdadero Pastor.
Sólo los que entran por la Puerta y a quienes “el portero” (por medio de quien el Espíritu de Profecía es manifestado) abre, son pastores autorizados cuyas voces obedecen las ovejas. Todos estos pastores llaman a las ovejas por su nombre: están muy familiarizados con sus rebaños porque tienen intenso interés en ellos y cuidadosamente las guían dentro y fuera.
Aquí el estudiante de la Verdad presente observará que por esta ilustración Cristo señala que los únicos pastores que El reconoce como suyos son aquellos a quien “el portero” abre la Puerta e invita adentro. El estudiante notará también que todos los otros son condenados como impostores. Y a las ovejas que obedecen la voz del falso pastor El declara, no son sus ovejas.
Juan 10:4 – “Y cuando ha sacado fuera todas las propias, va delante de ellas; y las ovejas le siguen, porque conocen su voz”.
Puesto que sus ovejas no conocen las caras, sino que conocen las voces, entonces, aquellos quienes fijan su atención en las caras y no pueden distinguir entre las voces seguramente serán descarriados por los que a sí mismos se han hecho pastores. Pero los que
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solamente atienden a la Voz, la Voz de la Verdad, son bien dirigidos adentro para refugio y afuera para pastos verdes. El pueblo de Dios no se preocupa por las caras, sino prestan atención ferviente a las voces señaladas por Dios que anuncian la Verdad.
Juan 10:5, 8, 10 – “Mas al extraño no seguirán, sino huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños … Todos los que antes de mí vinieron, ladrones son y salteadores; pero no los oyeron las ovejas … El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia”.
Las ovejas de Dios son guiadas cuidadosamente dentro y fuera para albergue y “alimento a su debido tiempo”, a la Verdad presente. Las “cabras”, no obstante, los que evitan al portero mientras entran, deben, por supuesto, hacer lo mismo también al salir. Por consiguiente, no pueden ser guiadas por los pastores señalados por Dios. Volvamos a Juan 14 y leamos un versículo.
Juan 14:6 – “Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí”.
De esto nosotros vemos que Jesús es el único camino para el Reino. La idea entonces, de que hay muchos caminos que conducen al Reino, pero sólo uno a Jesús, y de que todos conducen al Reino Eterno, son sólo el “susurro de una mentira”, que a los corazones faltos de consagración les agrada escuchar. Estos son los que están escabulléndose del Portero que está a la “Puerta” estos saben que sus hechos no pueden resistir ninguna inspección.
Si hemos de tener un hogar en el Reino, nunca deberíamos ser como ellos. Debemos saber lo peor de nuestro
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caso. Nunca debemos decir que si “este o aquel” llegara allí, nosotros también lo haremos. Podría ser verdad que si “este o aquel” llegaran allí, nosotros también pudiéramos llegar, pero “este o aquel” no están llegando allí. No seamos pues, tontos como para seguir el ejemplo de “este o aquel”. Nosotros debemos seguir al Señor en su Verdad, la Verdad nos hará libres.
Como no hay más que un Camino verdadero y una Puerta, y como no todos los Cristianos ven igual ni caminan juntos; ¿será posible el que todos estemos errados? ¿viajando todos a una dirección errada? – “No esto nunca puede ser así siempre que el Señor no abandone la tierra. No, sin duda, porque El debe tener un pueblo a quien confiar su Verdad y por medio del cual salvar a los que elijan andar en su camino. Así que los que elijan ir por sus propios caminos, descubrirán al fin que el diablo y no el Señor es el que está a sus espaldas, y que el infierno y no el Reino está delante de ellos.
Haremos bien en discutir por algunos minutos las cualidades que los pastores deben tener a fin de que pasen la inspección del portero. Haré uso de algunas ilustraciones, tal vez dos o tres.
Recuerdan que hubo un niño llamado Samuel quien desde su tierna infancia comenzó a andar por “el Camino”, y de esta manera fue adiestrado. Ahora fíjense en lo que pasó: Recordaréis que una noche Samuel fue despertado súbitamente por una Voz. Suponiendo que era llamado por Elí, prestamente acudió a la cama de Elí para inquirir lo que deseaba. Por su puesto Elí se sorprendió, pero con calma le dijo. “Yo no te he llamado, vuelve y acuéstate”. Desde que alrededor no había otra persona más que Elí, Samuel estaba seguro de que el anciano lo había llamado, sin embargo obedeció y se fue derecho a la cama.
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No pasó mucho tiempo, sin embargo, tal vez tan pronto como Samuel volviera a dormirse, la Voz llamó por segunda vez. Sabéis vosotros que Samuel fácilmente podía haberse dicho a sí mismo. “Este anciano debe estar soñando. He aquí está llamando otra vez, pero no me molestaré más por él. Lo dejaré que llame todo lo que pueda”. Más en lugar de decir todo esto, Samuel, no obstante, tan presto como antes, acudió de prisa a la cama de su señor, solamente para oír las palabras, “Vuelve a la cama, yo no te llamé”. ¡Todavía por tercera vez él oyó que llamaban, con tanta voluntad y respetuosamente como antes, él fue a la cama de su señor por tercera vez!. Elí finalmente percibió que el Señor había estado llamando al niño, e instruyó a Samuel en lo que debía hacer. ¿Y qué fue lo que Samuel hizo? -exactamente lo que le fue dicho.
Si Samuel no hubiera sido tan obediente, paciente y respetuoso como fue, ¿pensáis vosotros que alguna vez habría ocupado el puesto más alto de la tierra? -Seguro que no. No hubo nada sino tales santas cualidades de carácter como las que Samuel mostró aquella noche, que le promovieron a los oficios de profeta, sacerdote y juez.
¿Nos preguntamos todavía por qué Samuel fue sacado tres veces en sucesión y por qué a él y a Elí se les molestó durante la noche? Por dos razones (1) Para probar que a pesar de las inconveniencias, Samuel no vaciló en levantarse cuando le llamaban, sin enfadarse, ni hacerle ninguna “insolencia” a Elí. (2) El Señor quería ayudar a Elí; El quería evitar la posibilidad de que Elí concluyera que Samuel salía de su lugar y le ponía en tela de juicio su habilidad para disciplinar a sus hijos. Si a Elí no se le hubiera dado la oportunidad de saber que ciertamente era el Señor quien le hablaba al joven, entonces fácilmente hubiera concluido que Samuel armaba complot en contra de los hijos de Elí. Pero siendo las
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circunstancias providenciales como eran, no le cupo la menor duda a Elí de que Dios tenía un mensaje para él. No había lugar a duda.
Los jóvenes de hoy así como los de los tiempos pasados, están ansiosos de ser algo en la vida, y no obstante millones de ellos fallan en llegar a la meta y muchos de ellos arruinan sus vidas. Anhelan ser grandes hombres, pero ni siquiera llegan a la medianía. ¿Y cuál es la razón? - Es sencillamente porque han confiado demasiado en su propio poder, y han despreciado el poder de Dios. No saben que con el poder de Dios no hay fracaso y que con El somos capaces de "llegar a cualquier lugar”.
Jóvenes y señoritas, rendíos vosotros sin reserva a Dios. El necesita grandes hombres, y El puede hacer de vosotros tales cosas. Cuando aprendáis los caminos de Dios y lleguéis a ser jóvenes y señoritas de responsabilidad como lo fue Samuel, Dios no pasará por alto vuestro celo, integridad, y sinceridad. El os dará una grande recompensa por ello. Sí, entonces vosotros seréis grandes.
El antiguo David también fue un joven - nada más que un simple pastor de ovejas. Pero fue un buen pastor, el mejor de la tierra. Dios vio que era cuidadoso de sus deberes y fiel en cumplirlos, y El determinó hacer del joven un rey sobre su pueblo. De seguro, cuando una persona hace bien una cosa, es muy probable que hará otra cosa igualmente bien. David era tan fiel en sus deberes como lo fue Samuel. Por eso Dios lo tomó del aprisco para ponerlo en el palacio.
Yo estoy pensando también en otro joven, un joven en la adolescencia – José. El Señor vio en él algo que no encontró en los hermanos de José. No solamente fue el hijo favorito de su padre, sino también el favorito de Dios. Dios tenía en su pensamiento algo grande para José
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- mayor que el mundo jamás pudiera pensar. Para demostrar que era digno de confianza, José tenía que venir a ser esclavo. El tenía que ser educado para una grande obra.
Entonces de acuerdo con la vía en que la Providencia obra, sus hermanos lo vendieron para ser esclavo. Exactamente entonces él recordó lo que el Señor le había prometido en un sueño - que además de sus hermanos, aún su padre y su madre se inclinarían a él. ¿Podéis vosotros imaginar cuán espléndida oportunidad tuvo José de maldecir a Dios cuando se vio a sí mismo llegando a ser esclavo? El podía haber dicho, “¿Para que servir a un Dios que en cambio de la gloria que promete, da humillación, dificultades y rechazo?” Pero José sabiamente hizo como Job: santificando a Dios en su corazón, en efecto dijo: “Aunque El me quite la vida, todavía así yo confiaré en El”.
Pronto José se reconcilió a sí mismo con su situación, confiando en que el Dios de su padre sabía todo acerca de sus sufrimientos. Así es como sus patrones esclavistas, los Ismaelitas reconocieron inmediatamente que tenían en su posesión un esclavo fino que podían vender a buen precio. ¿Cómo puedo yo saber esto? - Lo sé porque los Ismaelitas lo llevaron al hombre que no compraría ninguna cosa si no era la mejor. Llevaron a José al hombre más rico de Egipto, que podía pagar el precio debido. Vosotros sabéis que los hombres ricos nunca compran cosas baratas, ni tampoco los vendedores se las ofrecen.
José aún en su dolor, pudo mostrar su habilidad para servir, y debe haber mostrado un gran respeto por sus dueños en el camino para Egipto. Así fue como estos hombres conocieron el valor de su cautivo y se dieron cuenta de que podían venderlo a alguien que necesitase algo bueno pagando un buen precio por ello. Potifar también encontró pronto, que bajo todos respectos, José era digno de confianza.
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Así fue Potifar lo nombró el hombre número uno. Hasta la señora Potifar se enamoró de él. Fue de esta manera, vosotros recordaréis, que llegó al clímax de la prueba para su graduación. Después de esta prueba, la más grande de su vida, fue graduado entonces de la casa de Potifar, luego de la cárcel. Luego fue promovido al trono de Egipto, el mayor del mundo. Pero ya fuera en su ascenso o en su descenso José daba la gloria a Dios y honestamente hacía lo mejor. En todo lo que le encargaron, no fue segundo en nada, y así él vino a ser el mayor entre los vivientes de la tierra.
El verdadero secreto de su éxito, está fundado en un simple principio - la firmeza contra la tentación a pecar, y la fidelidad a su deber: “¡Ah! yo no puedo hacer este grande mal. No pecaré ni en contra del hombre ni en contra de Dios” fue su respuesta a la tentación.
Esta es la razón porque José fue grande en la casa de su padre, en las manos de los Ismaelitas, en la casa de Potifar, en la prisión, en el trono de Faraón y en todo el mundo. Esta es la razón por la que todo el mundo antiguo se inclinaba ante él.
Por estos hechos biográficos, se puede ver que los mismos principios que trajeron el éxito a Samuel, a David y a José, pueden sin duda traer el éxito a todos y cada uno de nosotros. Y recordad que el buen éxito principia en el mismo lugar en que os encontráis, ya sea en los atrios del templo, en el aprisco, en el patio con el amo de los esclavos, en la casa de prisión, en el palacio del rey - no hay diferencia en el lugar. Vosotros no necesitáis correr para alcanzar el éxito, pero si lo que tenéis que hacer es inclináros para levantarlo. Sí, no hay duda que el éxito viene de los cielos, pero para recogerlo vosotros tenéis que inclináros muy profundo. Esto es lo que debéis hacer si deseáis tener éxito en alguna cosa.
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Ahora mismo el Señor está buscando con anuncios al menos 144.000 salvadores de vida, con sus cuarteles establecidos en el famoso monte de Sion - un puesto más grande que el guardado por José. ¿Queréis vosotros ser uno de ellos? Hoy día hay más grandes oportunidades que antes. ¿Por qué no os aventuráis en algo para lo cual no hay riesgos? Cada uno puede tener buen éxito si tiene disposición para pagar el precio.
Considerando estas alternativas infalibles, Yo ruego que me digáis, ¿por qué es que los jóvenes de hoy día son tan descuidados e indiferentes? ¿Por qué es esto? Ellos no son jóvenes y señoritas malos, ellos son nacidos con la misma naturaleza como los de otras generaciones. De hecho los que están en esta colina son buenos jóvenes y señoritas, pero necesitan nacer de nuevo, ser nacidos del Espíritu - cambiados, hechos capaces para ver.
Los gente joven es naturalmente ciega a las cosas espirituales, así como los gatitos recién nacidos son ciegos a las cosas materiales. Los jóvenes necesitan ser enseñados en el camino de la vida espiritual, necesitan que sea desarraigado de ellos la naturaleza que anhela pecar, y sea instalada dentro de ellos la naturaleza aborrecedora del pecado.
Los padres que ya han adquirido esta visión, necesitan despertar ahora a su deber. Necesitan educar a sus hijos en el camino de Cristo como necesitan educarlos en el camino de la sociedad. Esto sólo pueden hacer por precepto y ejemplo.
Nuestro gran Ejemplo vino del Cielo a la tierra. Anduvo y trabajó con los hombres durante tres décadas, murió y se levantó otra vez. Hizo esto a fin de cambiar a los hombres, recrear de nuevo la imagen de Dios en ellos y darles la vida para siempre. Ahora si estos jóvenes y señoritas se esfuerzan debidamente por hacer algo bueno de sí mismos, entonces nosotros seguramente deberíamos, de buenas ganas, ayudarlos a alcanzar la meta.
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Tú, hombre y mujer, vinisteis a este monte no porque alguien os trajera, sino porque vosotros pensasteis era vuestro deber. No obstante, trajeron con vosotros a vuestros pequeñitos. De esta manera, entrasteis vosotros por la “Puerta”, pero los jóvenes y las jóvenes vinieron en vuestros equipajes; por así decirlo. Y ahora si han de llegar a ser miembros permanentes en este “redil”, ellos también tienen que pasar su examen. Vosotros podéis ver que ellos ahora están entrando en medio de sus luchas, así como vosotros adultos tuvisteis las suyas propias antes de venir aquí. Y así como alguien hizo entonces un esfuerzo por vosotros, de la misma manera debéis vosotros hacer un esfuerzo por los jóvenes aquí.
Necesitamos jóvenes evangelistas, jóvenes y señoritas convertidos para trabajar por los conversos, que ejerzan la debida influencia en otros jóvenes y señoritas. Esto es esencial, porque las jóvenes y los jóvenes convertidos pueden hacer mucho más por sus compañeros, que los que ya son mayores. Entonces necesitamos a hombres jóvenes y mujeres jóvenes para ayuda a los jóvenes y señoritas en la obra de ganar almas – no para predicarles, sino para dirigirlos.
Vosotros visteis como los jóvenes rodeaban a D_____ cuando él estaba aquí. Si D_____ hubiera estado convertido, si hubiera puesto su pensamiento en servir al Señor, como lo hizo el David de los tiempos antiguos, imaginaos el poder para el bien que hubiera sido. El podría haber sido una maravillosa influencia de bien entre los jóvenes, El podría haber llegado a ser un gran líder. El tuvo tan felices oportunidades como las que tuvieron cualquiera de los grandes hombres de Dios en los tiempos pasados. Esta oportunidad que tuvo D_____ la tiene cada uno de los jóvenes que están aquí. Un joven o una joven convertidos pueden transformar una vana y mala conversación en una conversación provechosa. Un buen ejemplo puede más que un sermón.
Jóvenes y señoritas, hay oportunidad para ponerse en serio con Dios,
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pensar en lo que deseáis ser. No es preciso que principiéis por ser predicadores, pero podéis ser al presente evangelistas sociales. Vosotros, jóvenes y señoritas, podéis convertir de sus caminos de locura y actos necios, y malas conversaciones a otros jóvenes y señoritas. Otras seguirán vuestro ejemplo ¡que gran oportunidad si vosotros solo os aprovecháis de ella!
Nosotros estamos ansiosos de que vosotros, jóvenes y señoritas tengáis buen tiempo. Estamos cansados de imponeros restricciones. Solamente estableced nuestra confianza en vosotros y os veréis libres de reglas y restricciones.
Si vosotros nos mostráis que estáis determinados a ser lo que Samuel y José fueron, no tendremos que preocuparnos acerca de lo que hagáis y a donde vayáis. Sí, estableced nuestra confianza en vosotros, y nunca más seréis molestados. Solamente por medio de la confianza de alguno en vosotros es que podéis obtener cualquier cosa de todos modos.
José y Samuel hicieron lo esencial. Ponían todo su corazón en lo que hacían. Todos los grandes hombres en la tierra hacen también lo mismo, y esta es la razón porque vienen a ser grandes. Jóvenes y señoritas, cualquier cosa que vosotros hagan, háganlo bien y no con engaño. Al fin de cada día vosotros debéis ser capaz de decir, “Mi obra es casi perfecta, y mis acciones no son dudosas”. Esto si podéis hacer. Id a la “Puerta” y decidle a El vuestras necesidades y luchas. Decidle, “Señor, mis luchas son Tus luchas, yo no voy a preocuparme más por ellas, yo pondré todo mi corazón y mi alma en Tu obra”.
Haced esto, jóvenes y señoritas, y veréis las cosas sorprendentemente diferentes. Veréis que los caminos de vuestros pasados fueron caminos de locura. Os diréis a vosotros mismos, ¿No fui yo un necio en hacer esto o
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aquello? Yo sé lo que os estoy hablando. Digo esto por mi propia experiencia.
¿Por qué razón es que muchos viajan por el camino ancho? – Porque allí se puede ser cualquier cosa. Pero en el camino angosto tenéis que ser algo verdaderamente grande.
Un número de jóvenes y señoritas ya no están más con nosotros porque han determinado continuar por el camino ancho. Ellos pueden obtener allí alguna satisfacción, pero están encaminados para una gran prueba y también para una gran pérdida. A menos que los que no han “nacido otra vez” vengan en sí mismos como lo hizo el pródigo, ellos tendrán que ir en toda la vía hasta el fin del camino. ¿Y qué entonces? ‑ el Diablo a su espalda y el gran abismo al frente. Allí será el lloro y el crujir de dientes. ¿Por qué entonces continuáis por el camino de los necios?
Es mejor que no perdáis la oportunidad entre tanto que está llamando a vuestra puerta. Elegid “el camino recto” y permaneced en él, y tendréis prosperidad y contentamiento todos los días de vuestra vida. Vosotros no tendréis ni pesar, ni falta de nada. Esta paz de mente os hace falta. ¿Por qué no tomarla?
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UN CRISTIANO
¿Podría yo ser llamado un Cristiano
si todos conocieran
mis pensamientos y sentimiento secretos
y todas las cosas que hago?
Oh!, ¿podrían ellos ver el parecido
de Cristo en mi cada día?
Oh!, ¿podrían ellos oir a El hablando
en cada palabra que yo digo?
¿Que yo soy encontrado en lugares
donde Jesús nunca iría?
Oh!, ¿Podrían ellos escucharle a El
en cada canción que yo canto?
Comiendo, tomando o vistiendo
¿Podrían ellos ver a Cristo en mi?
¿Podría yo ser llamado un Cristiano
si juzgan por lo que leo,
por como me divierto
y en cada pensamiento u obra?
¿Podría ser contado como Cristo
como ahora yo trabajo y oro
sin egoísmo, tierno, perdonador
a otros cada día?
El Evangelista.