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Llamadas Oportunas

La Única Paz de Mente

Vol. 1                                                                           N0. 15, 16

 

LA FE DE LOS JUDÍOS Y LOS CRISTIANOS EN LOS PROFETAS

 

EL ÉXODO DE HOY
 

 

MEDITACIÓN PARA LA ORACIÓN DE APERTURA

 

Daré lectura en el libro El Discurso Maestro de Jesucristo, página 98, párrafo 2.

 

D.M.J., p. 98 - “Un requisito esencial para que podamos recibir y comunicar el amor perdonador de Dios. Trabaja Satanás mediante toda decepción a su alcance para que no discernamos ese amor. Nos llevará a pensar que nuestras faltas y transgresiones han sido tan graves que el Señor no oirá nuestras oraciones, y que no nos bendecirá ni nos salvará. No podemos ver en nosotros mismos nada más que flaqueza, nada que nos recomienda a Dios, y Satanás nos dice que todo esfuerzo es inútil, que no podemos remediar nuestros defectos de carácter. Cuando tratemos de acercarnos a Dios, sugerirá el enemigo, “De nada vale que ores; ¿Acaso no hiciste esa maldad? ¿Acaso no has pecado contra Dios y contra tu propia conciencia? Pero podemos decir al enemigo que “la sangre de Jesucristo … nos limpia de todo pecado”. Cuando sentimos que hemos pecado, y no podemos orar, es entonces la hora de orar. Podemos estar avergonzados y profundamente humillados, pero debemos orar, y creer”.

 

Vemos aquí que el estudiado propósito de Satanás es el de desanimarnos, haciéndonos pensar que Dios no nos ama, y que El no puede librarnos de nuestros pecados. Pero debemos resistir estas sugestiones del Enemigo. Cuando vemos que somos pecadores, entonces es el tiempo oportuno para que nosotros vengamos a Dios y aceptar su amor y creer plenamente en El.

 

Ahora, nosotros oraremos por una absoluta realización de que es el negocio de Dios, salvar a los pecadores de quienes somos los primeros. Que no es asunto de cuán profundo en pecado podamos estar, si nosotros nos apartamos del mal y escogemos hacer el bien, El gustosamente nos concederá su perdón.

 

 

Copyright, 1953

Todos los derechos reservados

V.T. HOUTEFF

Vol. 1, N° 15                                                                                                                                                                                              2


 

LA FE DE LOS JUDÍOS Y LOS CRISTIANOS EN

 LOS PROFETAS

 

TEXTO DE LA ALOCUCIÓN POR V. T. HOUTEFF

MINISTRO DE LOS DAVIDIANOS ADVENTISTAS DEL SÉPTIMO DÍA

EL SÁBADO, 16 DE NOVIEMBRE DE 1946

CAPILLA DEL MONTE CARMELO

WACO, TEXAS

 

Consultemos los escritos del profeta del evangelio a quien los Judíos cruelmente aserraron en dos.

 

Isaías 1:18, 19 – “Venid luego, dice Jehová, y estemos a cuenta: si vuestros pecados fueren como la grana, como la nieve serán emblanquecidos: si fueren rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana. Si quisiereis y oyereis, comeréis el bien de la tierra”.

 

Con esta divina recomendación para el profeso pueblo de Dios, el profeta del evangelio fue instruido para introducir su libro. Y nosotros, que vivimos, las profecías de Isaías son en la actualidad aplicables, no debemos descuidar por nada el cumplimiento de esta recomendación llena de sana inspiración. Nuestro primer paso será el honesta e imparcialmente de considerar los tiempos y los fracasos de aquellos que fueron antes de nosotros.

 

Refresquémonos nuestra memoria primero considerando la actitud de los Judíos hacia los profetas. Los Judíos más bien que ir a los profetas con el propósito de aprender y razonar, iban a ellos con mentes prejuiciadas con el odio y la malicia en sus corazones, y con instrumentos de crueldad. (No debemos hacer esto). Este mal espíritu prevaleció entre los Judíos durante toda su historia. Fue manifestado aún en contra de Moisés, aunque por cuarenta

 

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años guió a los Judíos con maravillosos y divinos milagros, en todos sus caminos desde las ladrilleras de Egipto hasta los bordes de la tierra prometida.

 

El remanente finalmente cruzó el Jordán sólo porque creyeron con todo su corazón el que Moisés era un portavoz de Dios, y porque cesaron de murmurar, y recibieron y obedecieron órdenes. Los hebreos siempre después apreciaban grandemente sus escritos. Y su veneración reverente por el Pentateuco continuó entre los Judíos aún en los días de Cristo. Como hombre de Dios, y emancipador de la nación y fundador de sus ceremonias sagradas fue altamente estimado por todos.

 

Irónicamente los profetas que siguieron después de Moisés fueron rechazados totalmente por la nación judía. Aquellos que sobrevivieron en la cautividad de Babilonia aceptaron a los profetas Hageo y Zacarías solamente porque ellos fueron los fundadores del movimiento que entonces había iniciado Moisés en sus días.

 

De acuerdo con su propia manera de razonar, los Judíos honestamente aunque ciegos venían a la conclusión de que no tenían necesidad de más profetas. Según su manera de ver, los escritos de Moisés estaban completos. Nada les hacía falta. Contenían ambas leyes, la civil y la religiosa. Por lo tanto, no vieron necesidad de mayor luz y ninguna necesidad de otro profeta. Por su incredulidad en los profetas, fallaron en ver que su reino fue sólo un tipo de uno más grande para venir, fallaron en ver que la Verdad de Dios es progresiva y siempre sigue desarrollándose, que cada generación ha de tener Verdad adicional especialmente adaptada a sus necesidades particulares. Su ceguera a ésto fue su pecado fundamental que los impulsó hacia la ruina.

 

Mientras que los judíos se jactaron de su fe en los escritos de Moisés,

 

 

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Jesús los reprendió diciendo “… Porque si creyeseis a Moisés, me creeríais a mí, porque de mí escribió él”. Juan 5:46. El realmente se referiría a lo siguiente:

 

Deuteronomio 18:15 – “Profeta de en medio de ti, de tus hermanos, como yo, te levantará Jehová tu Dios: a él oiréis”.

 

Del Mesías por venir, Zacarías escribió:

 

Zacarías 9:9 – “Alégrate mucho, hija de Sion; da voces de júbilo, hija de Jerusalén: he aquí tu rey vendrá a ti, justo y salvador, humilde, y cabalgando sobre un asno, así sobre un pollino hijo de asna”.

 

Aunque profesaron creer tanto en Moisés como Zacarías, con todo no prestaron atención a cualquiera de estos pasajes, y siempre después, una maldición se ha reposado sobre ellos.

 

Al rechazar a los profetas, los Judíos creían que seguramente guardaban afuera el engaño, y que en realidad eran leales a los escritos de Moisés, y por consiguiente, a Dios. Esto era lo que ellos creían así en los días de Jesús como Israel creía en los días de Elías.

 

Notemos que cayeron en ruina sólo porque no querían prestar atención a los profetas quienes fueron enviados para reformar sus caminos, para corregir sus interpretaciones equivocadas de los escritos de Moisés y para alumbrar el sendero de sus pies el resto del camino - claro hasta el Paraíso. Y de esta manera habiendo sido desprovistos a sí mismos del don del Espíritu de Profecía, poniendo los profetas a un lado, cortaron completamente la línea de comunicación con el Cielo, y fueron dejados en grandes tinieblas y guiados al error, fanatismo, y crimen. Llegaron a ser autosuficientes, orgullosos, jactanciosos y altaneros.

 

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Se tenían por enriquecidos en bienes, sin necesidad de más nada. De esta forma sus perversiones de las Escrituras mediante sus interpretaciones no inspiradas, hicieron que perdieran su camino, y finalmente para rechazar y hasta crucificar a su Redentor por tanto tiempo esperado.

 

Los judíos se sirvieron de los escritos de Moisés como un arma poderosa contra Cristo y los profetas de aquel día. Sin embargo, a una que otra vez se vieron obligados a reconocer que sus padres muertos fueron culpables de la sangre de los profetas. Lo mismo es cierto hoy. Muchos reconocen que el sectarismo se alimenta de las interpretaciones no inspiradas de las Escrituras, con todo no esperan intérpretes inspirados para este día. De esta forma rechazan a Elías antitípico aún antes de su apariencia, aunque las Escrituras predicen definitivamente su venida antes del día de Jehová grande y terrible, antes que comience el Juicio para los Vivientes.

 

Si aceptamos el consejo de la Inspiración para venir y razonar juntos mientras que examinamos nuestra actitud para con los profetas, luego un lugar excelente donde empezar es:

 

Génesis 49:10 – “No será quitado el cetro de Judá, ni el legislador de entre sus pies, hasta que venga Shiloh; Y a él se congregarán los pueblos”.

 

Moisés escribió aquí que los pueblos se congregarán en Judá, y que cuando Shiloh venga, Judá tendrá su propio rey y legislador. ¿Cómo Adventistas del Séptimo día creemos en esta parte particular de los escritos de Moisés? Si no es así, entonces nuestra posición ante Moisés no es mejor que la que tuvieron los judíos.

 

 

 

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Para examinar nuestra posición ante el resto de los profetas, no necesitamos cambiar de este asunto que Moisés presentó en esta escritura. Observen que entre los escritos de Moisés y de Isaías, la Biblia contiene los registros de la historia escrita de los jueces, y los reyes. Isaías viene a ser entonces el profeta próximo a quien debemos ir después de Moisés.

 

Isaías 2:1, 2 – “Lo que vio Isaías, hijo de Amós, acerca de Judá y de Jerusalén. Acontecerá en lo postrero de los tiempos, que será confirmado el monte de la casa de Jehová como cabeza de los montes, y será exaltado sobre los collados, y correrán a él todas las naciones”.

 

No a Takoma Park, ni al Centro del Monte Carmelo, ni a ningún otro lugar, sino a la casa de Judá y de Jerusalén correrán finalmente todos los conversos de todas las naciones. Vemos aquí que Isaías testifica absoluta y claramente que los pueblos se congregarán a Judá. ¿Y usted?

 

Leamos en Jeremías que es el segundo profeta después de Isaías.

 

Jeremías 31:6 – “Porque habrá día en que clamarán los guardas en el monte de Efraín: Levantaos, y subamos a Sion, a Jehová nuestro Dios”.

 

Saben que “El monte de Efraín”, es el sitio del reino antiguo de las diez tribus, Israel. Entonces de acuerdo con esta escritura, el reino de Israel que aún está perdido entre las naciones, algún día vendrá de los cuatro rincones de la tierra para gozosamente reunirse con el reino de Judá. Así será la congregación de todos los pueblos.

 

Jeremías 31:7, 8 – “Porque así ha dicho Jehová: Regocijaos

 

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en Jacob con alegría, y dad voces de júbilo a la cabeza de naciones; haced oír, alabad, y decid: ¡Oh! Jehová, salva a tu pueblo, el remanente de Israel. He aquí yo los hago volver de la tierra del norte, y los reuniré de los fines de la tierra, y entre ellos ciegos y cojos, la mujer que está encinta  y la que dio a luz juntamente; en grande compañía volverán acá”.

 

Jeremías revela que la congregación a Judá será de los cuatro rincones de la tierra. Verdaderamente, Jeremías, como Moisés e Isaías, los tres, hablan lo mismo en el tema. La pregunta es ¿Creen ustedes lo que dicen? Si no de otro modo, ¿son mejores qué lo fueron los judíos?

 

Ahora probemos nuestra posición con el profeta Ezequiel.

 

Ezequiel 36:17-27 – “Hijo del hombre, mientras las casa de Israel moraba en su tierra, la contaminó con sus caminos y con sus obras de menstruosa fue su camino delante de mi. Y derramé Mi ira sobre ellos por la sangre que derramaron sobre la tierra; porque con sus ídolos la contaminaron. Les esparcí por las naciones, y fueron dispersados por las tierras: conforme a sus caminos y conforme a sus obras los juzgué. Y cuando llegaron a las naciones adonde fueron, profanaron mi santo nombre, diciéndose de ellos: Estos son el pueblo de Jehová, y de la tierra de él han salido. Pero he tenido dolor al ver mi santo nombre profanado, por la casa de Israel entre las naciones adonde fueron.

 

“Por tanto, di a la casa de Israel: Así ha dicho el Señor Jehová: No lo hago por vosotros, oh casa de

 

 

 

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Israel, sino por causa de mi santo nombre, el cual profanasteis vosotros entre las naciones adonde habéis llegado. Y santificaré mi grande nombre profanado entre las naciones, el cual profanasteis vosotros en medio de ellas; y sabrán las naciones que yo soy Jehová, dice Jehová el Señor, cuando sea santificado en vosotros delante de sus ojos. Y yo os tomaré de las naciones, y  os recogeré de todas las tierras y os traeré a vuestro país. Esparciré sobre vosotros agua limpia, y seréis limpiados de todas vuestras inmundicias; y de todos vuestros ídolos os limpiaré. Os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré corazón de carne. Y pondré dentro de vosotros mi Espíritu, y haré que andéis en mis estatutos, y guardéis mis preceptos, y los pongáis por obra”.

 

¿Qué más puede decir la Inspiración para que el asunto sea más claro? Dios clara y solemnemente promete recrear y reedificar el antiguo reino, y establecerlo en su propia tierra. Esto ha de hacer después que Judá e Israel esparcidos entre las naciones Gentiles, y asimilados por ellas, hayan perdido su identidad racial, luego como Cristianos, no como judíos, El ha de recogerlos de los cuatro rincones de la tierra y traerlos a su propia tierra. (Y además, las Escrituras enseñan que son como la arena de la mar por multitud). Esto El ha de efectuar, saben, no porque sean dignos, no porque hayan sido buenos antes ni durante su dispersión entre los gentiles, sino porque él está ansioso para santificar Su Propio nombre entre los paganos.

 

Además, después de que El los congregue de todos los países y los traiga a su propia tierra, entonces promete limpiarlos eternamente de

 

 

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todas sus inmundicias y de su idolatría. Quitar todos los defectos que el pecado haya dejado en ellos. Entonces El les dará un nuevo corazón y es el tiempo cuando El pondrá su Espíritu dentro de ellos, y los capacitará para que guarden todos sus juicios sin fallo. Observen detenidamente que no importa nuestras ideas y opiniones todas estas cosas toman lugar después que el pueblo de Dios regresen a la tierra de sus padres.

 

Los 144.000 descendientes de Jacob, cuyos padres fueron asimilados por las naciones Gentiles y quienes así por los siglos perdieron su identidad racial, son las primicias, los primeros para ser recogidos a Judá. Ellos son aquellos que están sobre “el Monte de Sion con el Cordero”. Apocalipsis 14:1. Los descendientes fieles de los judíos quienes componían la iglesia Cristiana, y quienes perdieron su identidad nacional llamándose cristianos (Hechos 11:26), también han de recogerse de todas partes y ser traídos a Judá.

 

Finalmente, si estas profecías no han de cumplirse, como supone el ángel de la iglesia de Laodicea, y si el pueblo de Dios no han de regresar a su tierra natal, entonces ¿Cómo serán limpiados de sus inmundicias puesto que este limpiar ha de realizarse allí solamente? ¿Cómo serían cambiados sus corazones? ¿Y qué es lo que les capacitará para guardar Sus estatutos y juicios a menos como lo ha prometido, con anterioridad reciban de Su Espíritu en la tierra prometida? De hecho, si estas profecías fallaran en su cumplimiento, ¿cómo será entonces posible para el pueblo de Dios el mantenerse firme ante un puro y santo Dios? ¿Cómo podrían ellos obtener inmortalidad y ser listos para la traslación si no cumplieran con las profecías, con la voluntad expresa de Dios, y con el plan para Su pueblo? ¿Y si son ignorantes de estas profecías, el cumplimiento del cuál es durante el Juicio para los Vivos, la cosecha, el tiempo de recoger, ¿Qué oportunidad tienen para sobrevivir el día de Jehová grande y terrible?

 

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Para ser más específico, si la denominación fracasa en reconocer y aceptar estas promesas, ¿entonces a dónde serán conducidos los laicos de aquí en adelante? Seguramente no al Reino si los dirigentes no creen en ello. ¿Creen ahora en Moisés, en Isaías, y Ezequiel? O todavía prefieren creer en las fábulas inventadas por los hombres?

 

Siguiendo al profeta Ezequiel es el profeta Daniel. Recordemos incidentalmente, para comenzar que él no profetizó a los Judíos, sino a los Caldeos y Medos y Persas. Los Judíos lo aceptaron como siervo de Dios solamente cuando vieron el cumplimiento de sus profecías. Sin embargo, la pregunta interesante ante nosotros es, ¿Creemos plenamente en los escritos de Daniel? A ver.

 

Daniel 2:44, 45 – “Y en los días de estos reyes, el Dios del cielo levantará un reino que no será jamás destruido,  ni será el reino dejado a otro pueblo;   desmenuzará y consumirá a todos estos reinos, y él permanecerá para siempre, de la manera que viste que del monte fue cortada una piedra, no con mano, la cual desmenuzó el hierro, el bronce, el barro, la plata, y el oro. El gran Dios ha mostrado al rey lo que ha de acontecer en lo por venir: y el sueño es verdadero, y fiel su interpretación”.

 

De acuerdo a las propias palabras de Daniel, la piedra es símbolo, no de otra cosa, sino del Reino, el que en la parábola del trigo y cizaña Jesús llama “granero”, el lugar donde El coloca el trigo (santos) después que sea separado de la cizaña (Mateo 13:30). Ahora observe cuidadosamente que según la interpretación de Daniel, la piedra simboliza el Reino, el cual Dios levantará no después de los días de estos reyes, sino en sus días, y que la piedra, el Reino mismo, no

 

 

 

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otra cosa, desmenuzará a la imagen. Si nuestra interpretación de la piedra contradice a Daniel en su interpretación entonces no sólo rechazamos la Inspiración de Daniel, ¡sino hasta torcimos la Palabra de Dios! Mejor no lo hagamos. Ahora vayamos al profeta Oseas.

 

Oseas 1:11; 3:5 – “Y se congregarán los hijos de Judá y de Israel, y nombrarán un solo jefe, y subirán de la tierra: porque el día de Jezreel será grande … Después volverán los hijos de Israel, y buscarán a Jehová su Dios, y a David su rey; y temerán a Jehová y su bondad en el fin de los días”.

 

¿Puede creer uno a Oseas en este asunto importante del Reino si no cree a los profetas que le precedieron y que enseñaron exactamente como él? - Seguro que no.

 

Ahora consultemos las profecías de Joel.

 

Joel 3:1, 2 - “Porque he aquí que en aquellos días, y en aquel tiempo en que haré volver la cautividad de Judá y de Jerusalén, reuniré a todas las naciones, y las haré descender al valle de Josafat, y allí entraré en juicio con ellos a causa de mi pueblo, y de Israel mi heredad, a quienes ellas esparcieron entre las naciones, y repartieron mi tierra”.

 

Cuando Dios dé libertad a los hijos antitípicos de Judá y de Jerusalén, la iglesia de hoy, y los lleve otra vez a su propia tierra, entonces es cuando, deben notar, reunirá a todas las naciones en el valle de Josafat. Allá para juzgarlos - separar lo bueno del mal, (Mateo 13:47, 48), las ovejas de las cabras (Mateo 25:32). Y esta obra usted debe saber es la obra del juicio para todos los vivientes. ¿Rechazaremos nosotros

 

 

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también a Joel juntamente con los profetas antes de él, y por consiguiente el mensaje del Juicio para los vivos después de predicar el mensaje del Juicio para los muertos por más de un siglo? Piensen en lo que dicen las Escrituras y de esta manera resolver y abandonar a todas las otras voces. ¿Y qué acerca de su creencia en el profeta Amós? Leamos ahora:

 

Amos 9:9-15 – “Porque he aquí yo mandaré, y haré que la casa de Israel sea zarandeada entre todas las naciones, como se zarandea el grano en una criba, y no cae un granito en la tierra. A espada morirán todos los pecadores de mi pueblo, que dicen: No se acercará, ni nos alcanzará el mal. En aquel día yo levantaré el tabernáculo caído de David, y cerraré sus portillos y levantaré sus ruinas, y lo edificaré como en tiempo pasado; para que aquellos sobre los cuales es invocado mi nombre, posean el resto de Edom, y a todas las naciones, dice Jehová que hace esto. He aquí que vienen días, dice Jehová, en que el que ara alcanzará al segador, y el pisador de las uvas al que lleva la simiente; y los montes destilarán mosto, y todos los collados se derretirán. Y tornaré del cautiverio de mi pueblo Israel, y edificarán ellos las ciudades asoladas, y las habitarán; plantarán viñas, y beberán el vino de ellas, y harán huertos, y comerán del fruto de ellos. Pues los plantaré sobre su tierra, y nunca más serán arrancados de su tierra que yo les di, ha dicho Jehová Dios tuyo”.

 

Desde que Amós aún con más énfasis nos da el mismo testimonio que todos los otros profetas antes de él, y puesto que el lenguaje sobre el tema es claro como cristal, igual como el lenguaje de todos los profetas anteriores de tal manera que no necesita comentario, ¿qué haremos nosotros con él? Leamos ahora a Abdías.

 

 

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Abdías 1:15-18 – “Porque cercano está el día de Jehová sobre todas las naciones; como tú hiciste se hará contigo; tu recompensa volverá sobre tu cabeza. De la manera que vosotros bebisteis en mi santo monte, beberán continuamente todas las naciones; beberán y engullirán, y serán como si no hubieran sido. Mas en el monte de Sion habrá un remanente que se salve, y será santo, y la casa de Jacob recuperará sus posesiones. La casa de Jacob será fuego, y la casa de José será llama, y la casa de Esaú estopa, y los quemarán, y los consumirán; ni aun resto quedará de la casa de Esaú, porque Jehová lo ha dicho”.

 

En armonía con el resto de los profetas antes de él, y en claridad perfecta, Abdías nos relata que en el día que el Señor haga la destrucción de los gentiles y paganos, en el día de la cosecha, o juicio, la limpieza del Santuario (Daniel 8:14), llamada también la purificación de la iglesia (Malaquías 3:1-3), y también el día de Jehová grande y terrible, habrá liberación en el monte de Sion, y la casa de Jacob poseerá sus posesiones de los gentiles. ¿Cree usted en el testimonio de Jesús por medio de Sus profetas? Si no es así, entonces ¿Cómo se puede decir que se habla según “A la ley y el testimonio (Isaías 8:20)? Recuerden siempre que la ley y el testimonio van mano a mano.

 

El profeta que sigue es Jonás, pero trataremos su profecía cuando estudiemos la profecía del profeta Nahum.

 

Veamos ahora lo tocante al profeta Miqueas.

 

Miqueas 3:12; 4:1,2 – “Por tanto, a causa de vosotros Sion será arada como campo, y Jerusalén vendrá a ser

 

 

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montones de ruinas, y el monte de la casa como cumbres de bosque.  Acontecerá en los postreros tiempos, que el monte de la casa de Jehová será establecido por cabecera de montes, y más alto que los collados, y correrán a él los pueblos. Vendrán muchas naciones, y dirán: Venid, y subamos al monte de Jehová, y a la casa del Dios de Jacob; y nos enseñará en sus caminos, y andaremos por sus veredas: porque de Sion saldrá la ley, y de Jerusalén la palabra de Jehová”.

 

Tan enfáticamente como todos los profetas antes de él, Miqueas declara que después de la destrucción del antiguo “monte del Señor”, (el reino), en los últimos días viene de nuevo el establecimiento del reino, y que las gentes y naciones irán a ello, porque la Ley y la Palabra del Señor saldrán de Sion y de Jerusalén. ¿Cerrarán sus oídos y ojos contra esta promesa? ¿O como siervos de Dios piensan estar allá con las primicias? Espero que sea lo segundo. Ahora llegamos a la profecía de Nahum:

 

Nahum 1:12, 13, 15 – “Así ha dicho Jehová: Aunque reposo tengan  y sean tantos, aun así serán talados, y él pasará. Bastante te he afligido; no te afligiré ya más. Porque ahora quebraré su yugo de sobre ti, y romperé tus coyundas … He aquí sobre los montes los pies del que trae buenas nuevas, del que anuncia la paz. Celebra, oh Judá, tus fiestas, cumple tus votos; porque nunca más volverá a pasar por ti el malvado; pereció del todo”.

 

La carga de Nahum es concerniente a la restauración y caída de Asiria, los poderes que los gobiernan en el día cuando El restaure el reino de Judá de los últimos días; en el día cuando rompa el yugo de Asiria, en el día cuando rompa las ligaduras que atan a su pueblo. En aquel

 

 

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día El envía a Su mensajero para llevar buenas nuevas a Su pueblo, nuevas de paz mientras que el mundo está trastornado con guerras. Mediante Su mensajero El amonesta a Su pueblo a ser fieles a sus votos, pues El ha de quitar de entre ellos a los impíos. Asiria ha de salir para que Judá ocupe. “Porque Asiria que hirió con vara, con la voz de Jehová será quebrantada”. Isaías 30:31. Ahora El amonesta:

 

“Volved, a aquel contra quien se rebelaron profundamente los hijos de Israel.  Porque en aquel día [el día cuando Asiria caiga] arrojará el hombre sus ídolos de plata y sus ídolos de oro, que para vosotros han hecho vuestras manos pecadoras. Entonces caerá Asiria por espada, no de varón, y la  consumirá espada no de hombre; y huirá de la presencia de la espada, y sus jóvenes serán tributarios. Y de miedo pasará su fortaleza, y sus príncipes, con pavor, dejarán sus banderas, dice Jehová, cuyo fuego está en Sion, y su horno en Jerusalén”. Isaías 31:6-9.

 

La purificación (Juicio), se ve aquí, se realiza de Sion y Jerusalén. Y por medio de Malaquías el Espíritu hace la pregunta. “ ¿Y quién podrá soportar el tiempo de su venida? ó ¿quién podrá estar en pié cuando él se manifieste? Porque él es como fuego purificador, y como jabón de lavadores. Y se sentará para afinar y limpiar la plata; porque limpiará a los hijos de Leví (el ministerio), los afinará como a oro y como a plata; y ofrecerán a Jehová ofrenda en justicia”. Malaquías 3:2, 3. ¿Acepta usted a Nahum? Y puesto que la profecía de Jonás es una contraparte o tipo de la de Nahum, luego si rechaza a Nahum, automáticamente rechaza a Jonás, también.

 

Al profeta Habacuc se le dijo “escribe la visión y declárala en tablas, para que corra el que

 

 

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leyere en ella”.

 

Habacuc 2:3 – “Aunque la visión tardará aún por un tiempo, más se apresura hacia el fin, y no mentirá; aunque tardare, espéralo, porque sin duda vendrá; no tardará”.

 

Entonces Habacuc oró, diciendo,

 

Habacuc 3:12, 13 – “Con ira hollaste la tierra, con furor trillaste las naciones. Saliste para socorrer a tu pueblo, para socorrer a tu ungido. Traspasaste la cabeza de la casa del impío, descubriendo el cimiento hasta la roca. Selah”.

 

¿Podemos nosotros en fe orar por la misma cosa que oró Habacuc? - ¿Qué el Señor salga para salvación de Su pueblo, que la visión sea cumplida sin dilación, y que corramos nosotros a proclamar las buenas nuevas? Si no es así, entonces verdaderamente desdeñamos a Habacuc.

 

Veamos lo que Sofonías dice concerniente a la casa de Judá - el monte del Señor.

 

Sofonías 2:5-7 – “¡Ay de los que moran en la costa del mar, del pueblo de los cereteos! La palabra de Jehová es contra vosotros, oh Canaán, tierra de los filisteos, y te haré destruir hasta no dejar morador. Y será la para el remanente de la casa de Judá; allí apacentarán; en las casas de Ascalón dormirán de noche; porque Jehová su Dios los visitará, y levantará su cautiverio”.

 

 

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Desde que la profecía de Sofonías definitivamente dice que el Señor restablecerá el reino de Judá, no es necesario hacer comentario ninguno acerca de esto, así es que podemos pasar inmediatamente a la profecía de Zacarías.

 

Zacarías 1:20, 21 - “Me mostró luego Jehová cuatro carpinteros. Y yo dije: ¿Qué vienen éstos a hacer? Y me respondió, diciendo: Aquéllos son los cuernos que dispersaron a Judá, tanto que ninguno alzó su cabeza; mas éstos han venido para hacerlos temblar, para derribar los cuernos de las naciones, que alzaron el cuerno sobre la tierra de Judá para dispersarla”.

 

Una vez Dios levantó “cuernos”, naciones, para esparcir a Su pueblo a través de las naciones gentiles, pero estos “cuernos” ahora en la restauración de “todas las cosas”, se ven que han venido a ser “carpinteros”. Así que mientras ellos, como cuernos arrojaron a los Gentiles fuera de la tierra prometida, como carpinteros han de edificar para Judá. Así Zacarías, como todos los profetas antes de él, profetizó de la restauración del reino de Judá. Leamos ahora de Malaquías, el último de los profetas del antiguo Testamento.

 

Malaquías 3:1-3 – “He aquí, Yo envió mi mensajero, el cual preparará el camino delante de mi: y luego vendrá súbitamente a su templo, el Señor a quien vosotros buscáis, y el ángel del pacto, a quien deseáis vosotros. He aquí viene, ha dicho Jehová de los ejércitos. ¿Y quién podrá soportar el tiempo de su venida? o ¿quién podrá estar de pie cuando El se manifieste? Porque él es como fuego purificador, y como jabón de lavadores. Y sentará para afinar y limpiar la plata: porque limpiará los hijos de Leví, los afinará como a oro y como a plata; y ofrecerán a Jehová ofrenda en justicia”.

 

 

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Si, en la faz de todas estas enseñanzas claras e inequívocas de todos los profetas, nosotros como Adventistas del Séptimo Día dejamos de dar atención a la Verdad de la purificación de la Iglesia (el Reino aquí tratado), el mensaje del Juicio para los Vivos y de la restauración del reino de Judá, — el santuario para los purificados, con seguridad otros ciertamente vendrán y tomarán el lugar nuestro para proclamarla. Entonces nosotros, juntamente con los Judíos llevaremos toda la culpa de rechazar todos los profetas desde que el mundo empezara. ¿Por qué? - Porque al menos que realmente creamos todo lo que los profetas han escrito, nuestra mera pretensión de creer en ellos significará tanto a los cielos como lo que significa para Dios la fe de los Judíos en los escritos de Moisés. ¿Cómo? Predicando el evangelio del Reino y a la vez ¡negando el Reino Mismo!

 

Para terminar daré lectura en Primeros Escritos en el capítulo titulado “El Fuerte Clamor”.

 

“Este mensaje (esto es, el mensaje que constituye el Fuerte Clamor) parecía ser un complemento [adición en inglés] del tercer mensaje, pues se le unía como el clamor de medía noche se añadió al mensaje del segundo ángel en 1844” Primeros Escritos, p. 277. Y en la página 118 leemos: “Vi luego el tercer ángel. Dijo mi ángel acompañante: ‘Su obra es terrible. Su misión es tremenda. Es el ángel que ha de separar el trigo de la cizaña, y sellar o atar el trigo para el granero celestial. Estas cosas debieran absorber completamente la mente y la atención’.”.

 

El autor de estas declaraciones hace claro que el Fuerte Clamor no consiste en mucho ruido sino en un mensaje adicional. Y que el mensaje del tercer ángel en el fin del mundo, no al mismo fin, ha de separar el trigo de la cizaña. ¿Quién entre nosotros será tan necio

 

 

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para cerrar sus ojos y oídos al testimonio de los profetas, para al fin clamar en consternación?. “Ha pasado la siega, se ha acabado el verano, y nosotros no hemos sido salvos!” Jeremías 8:20.

 

Ahora, si nosotros como iglesia no esperamos un mensaje adicional, además de rechazar a los profetas anteriores, entonces, ¿Cuánto mejor es nuestra actitud para con Dios y sus profetas de hoy y también a los de ayer?

 

Los Judíos querían su propio reino, un reino de este mundo (con santos y pecadores en él). Sí, querían un reino en la tierra pero no en el cielo. Y lo que es más, ellos lo querían con dos mil años de anticipación. Irónicamente ahora que es el tiempo de la restauración del Reino, la Denominación toma una actitud opuesta. Quiere que el reino sea en los cielos y no en la tierra. Sin duda quiere abordar el “carro” desde Takoma Park. Y además de eso, mientras el Señor dice que El ha de salvar naciones, la Denominación dice que solamente 144.000 hijos de Jacob, y por consiguiente ¡ninguno de los hijos de otras naciones!

 

Los Judíos no querían nada que no fuera lo que ellos deseaban, y justamente nada obtuvieron. Así sucederá con la denominación si esta Verdad adicional tan clara Bíblicamente, y el ejemplo de los Judíos no le ayuda a ver que ella como si fuera, “está siendo arrastrada al mar sin compás ni brújula” - Cristo Nuestra Justicia,   p. 37 [en inglés, edición 1941]. Si ella sigue queriendo nada, más de lo que ella quiere, es cierto que nada es lo que debe esperar.

 

¿Ruego digan, que más se debe uno esperar de una creencia parcial en los profetas, de una privada interpretación humana de las Escrituras, de un método

 

 

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de explicar para anular las Escrituras, convirtiendo en misterio los sencillos pasajes de las Escrituras por el uso de traslaciones en favor de sectas particulares, y desconocidos manuscritos? Que adherirnos “al libro santo del Señor” que Su boca mandó, y cuyos manuscritos Su “espíritu … reunió …”? Isaías 34:16.

 

Digan cualquier cosa contra los Judíos, pero mi investigación me dice que como Adventistas los estamos superando en travesuras.

 

Además vemos que nuestro estudio en esta tarde es un resumen del mensaje a los Laodicenses, quienes piensan que ellos son ricos y están enriquecidos con bienes, y de nada tienen necesidad. Aunque tienen necesidad de todo. Deberían despertarse pronto de su pobreza.

 

Para estar seguros, el presente estado de cosas parece sombrío. Pero aún todavía mirando que este día nublado y oscuro reserva un futuro de gloria incomparable, digamos con el profeta Habacuc: “Aunque la higuera no florezca, ni en las vides haya frutos; aunque falte el producto del olivo, y los labrados no den mantenimiento, y las ovejas sean quitadas de la majada, y no haya vacas en los corrales; con todo, yo me alegraré en Jehová, y me gozaré en el Dios de mi salud”. Habacuc 3:17, 18. De esta manera, justo como los apóstoles vencieron al enemigo de la Iglesia en sus días, de la misma manera lo venceremos en nuestros días.

 

 

 

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EL ÉXODO DE HOY

 

TEXTO DE LA ALOCUCIÓN POR V. T. HOUTEFF

MINISTRO DE LOS DAVIDIANOS ADVENTISTAS DEL SÉPTIMO DÍA

EL SÁBADO, 23 DE NOVIEMBRE DE 1946

CAPILLA DEL MONTE CARMELO

WACO, TEXAS

 

 

Esta tarde estudiaremos Zacarías 8. La primera cosa que necesitamos saber en el estudio de este capítulo es si sus promesas son hechas al pueblo del tiempo de Zacarías o al pueblo de nuestro tiempo. Para saber esto nos es necesario leer algunos versículos esparcidos. Comencemos con los versículos siete y ocho.

 

Zacarías 8:7, 8 – “Así ha dicho Jehová de los ejércitos: He aquí, yo salvo mi pueblo de la tierra del oriente, y de la tierra adonde se pone el sol; y los traeré, y habitarán en medio de Jerusalén; y me serán por pueblo, y yo seré a ellos por Dios con verdad y en justicia”.

 

En estos versículos vemos que Dios promete salvar a su pueblo no de la tierra de Babilonia antigua, donde Zacarías estaba entonces, sino del este y del oeste, y traerlo a Jerusalén. Ellos han de ser su pueblo no en virtud de su abolengo o cualquier otra cosa, sino en verdad y justicia. Ahora, desde que las promesas en estos versículos no encontraron su cumplimiento en los días de Zacarías, ni en ningún tiempo después de éste, queda por creer que su cumplimiento debe tener lugar alguna vez en el futuro. Leamos -

 

Zacarías 8:13 – “Y sucederá que como fuisteis maldición entre las naciones, oh casa de Judá y

 

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casa de Israel, así os salvaré y seréis bendición. No temáis, más esfuércense vuestras manos”.

                                                    

Además de prometer salvar a Su pueblo del este y del oeste, el Señor promete también salvar la casa de Judá y la casa de Israel - los dos antiguos reinos esparcidos. Ustedes saben bien que el reino de las diez tribus constituía a Israel. Y desde que estos dos reinos nunca han sido unidos y traídos a Jerusalén hay una sola conclusión lógica que alcanzar: Que las promesas en este capítulo han de ser cumplidas en el tiempo en que sea “congregado el pueblo” de los cuatro cabos de la tierra. Con este tremendo propósito y obra en vista, el Señor espera que nuestras manos sean “fortalecidas”. Leamos enseguida -

 

Zacarías 8:20-22 – “Así ha dicho Jehová de los ejércitos: Aún vendrán pueblos, y habitantes de muchas ciudades: y vendrán los habitantes de la una a otra, y dirán: Vamos a implorar el favor de Jehová, y a buscar a Jehová de los ejércitos. Yo también iré. Y vendrán muchos pueblos y fuertes naciones a buscar a Jehová de los ejércitos en Jerusalén, y a implorar el favor de Jehová”.

 

Desde que nosotros sabemos que ninguna nación aparte de la nación Judía en los tiempos del profeta Zacarías ha venido a buscar al Señor y a adorar delante de El en Jerusalén, así es que no queda otra alternativa que la de admitir que la profecía de Zacarías ocho pertenece al pueblo en el tiempo de la siega final, en el tiempo de la recolección.

 

Habiendo terminado el análisis del tiempo en que este capítulo tiene su cumplimiento, estoy seguro de que podemos ahora estudiar la profecía en sí misma con mucho más grande interés que si lo hubiéramos hecho de otra manera. Comenzaremos con

 

 

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Zacarías 8:1-3 – “Vino a mí la palabra de Jehová de los ejércitos, diciendo: Así ha dicho Jehová de los ejércitos: Celé a Sion con gran celo, y con gran ira la celé. Así ha dicho Jehová: Yo he restaurado a Sion y moraré en medio de Jerusalén; y Jerusalén se llamará Ciudad de la Verdad, y el monte de Jehová de los ejércitos, Monte de Santidad”.

                                                    

Cosas maravillosas se han dicho acerca de Sion y Jerusalén. En un tiempo el Señor abandonó la ciudad y dispersó a su pueblo. Pero al tiempo en que estas Escrituras están siendo reveladas, El está por volver y juntar a Sus elegidos y traerlos a Sion y a Jerusalén. Cuando esta obra tan grande tenga su veracidad, Jerusalén será llamada “ciudad de verdad, … el Monte Santo” – un pueblo bien versado en la completa verdad de Dios y sin un pecador en medio de ellos. Esta gran maravilla evidentemente toma lugar durante el Juicio para los Vivientes, los justos son llevados allí mientras los impíos se están atando en manojos, por así decirlo, para destruirse. Y mientras que el Señor mora en Sion, Su verdad saldrá de Sion y de Jerusalén. Entonces es cuando “muchos pueblos y naciones fuertes vendrán para buscar al Señor de los ejércitos en Jerusalén, y para orar delante del Señor”. Ahora es nuestra mayor oportunidad para trabajar y orar “Venga tu Reino, Sea hecha tu voluntad en la tierra así como es hecha en los cielos”.

 

Zacarías 8:4, 5 – “Así ha dicho Jehová de los ejércitos: Aún han de morar ancianos y ancianas en las calles de Jerusalén, cada cual con bordón en su mano por la multitud de los días. Y las calles de la ciudad estarán llenas de muchachos y muchachas, que jugarán en las ellas”.

 

Jerusalén será una ciudad de gozo. Allí no habrá

 

 

 

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temor de ningún accidente, aún los niños estarán seguros jugando en las calles. No habrá allí “caras alargadas”, y ningunas muestras de preocupación. Será así para jóvenes y viejos.

 

Zacarías 8:6 – “Así dice Jehová de los ejércitos: Si esto parecerá maravilloso a los ojos del remanente de este pueblo en aquellos días, ¿también será maravilloso delante de mis ojos? dice Jehová de los ejércitos”.

 

Solamente porque el cumplimiento de esta profecía pueda parecer demasiado maravilloso o imposible, ¿debe por eso parecer o resultar imposible para el Señor, también? Claro que no.

 

Zacarías 8:7, 8 – “Así ha dicho Jehová de los ejércitos: He aquí, yo salvo mi pueblo de la tierra del oriente, y de la tierra donde se pone el sol; y los traeré, y habitarán en medio de Jerusalén; y me serán por pueblo, y yo seré a ellos por Dios en verdad y en justicia”.

 

Zacarías predice la congregación de los santos que son recogidos de entre todas las naciones y traídos a la iglesia de Dios, purificada y llena de Verdad, al Reino, (exactamente como lo enseña la parábola de la siega, donde sólo el trigo ha de ser puesto en el granero, iglesia). Allí en el “Monte Santo del Señor” no habrá mezcla de santos y pecadores.

 

Zacarías 8:9 – “Así ha dicho Jehová de los ejércitos: Esfuércense vuestras manos, de vosotros los que oís en estos días estas palabras de la boca de los profetas, desde el día que se echó el cimiento a la casa de Jehová de los ejércitos, para edificar el templo”.

 

Aquí el consejo de Dios es que fortifiquemos nuestras manos y seamos estables.

 

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Nosotros también debemos oír las palabras de los profetas que y aunque no estamos edificando el templo como lo hacían ellos, con todo es la única forma en la cual la obra puede prosperar. No nos conviene cerrar nuestros oídos a lo que dicen los profetas, ni permanecer en una actitud descuidada e indiferente.

 

Zacarías 8:10-12 – “Que antes de estos días no ha habido paga de hombre, ni paga de bestia, ni hubo paz alguna para el que salía ni para el que entraba, a causa del enemigo: y yo dejé todos los hombres, cada cual contra su compañero. Más ahora lo haré con el remanente de este pueblo como en aquellos días pasados, dice Jehová de los ejércitos. Porque habrá simiente de paz; la vid dará su fruto, y dará su producto la tierra, y los cielos darán su rocío; y haré que el remanente de este pueblo posea todo esto”.

 

Cuán agradecidos y gozosos debemos estar que los días de nuestra aflicción están casi terminadas, que si ahora oímos a Sus profetas, y nos disponemos para trabajar, el Señor nos asegura paz y prosperidad. Esto puede pronto ser nuestro si, sin variar, nos aferramos a la Verdad, y de esta manera al Señor.

 

Zacarías 8:13 – “Y sucederá que como fuisteis maldición entre las naciones, oh casa de Judá y casa de Israel, así os salvaré, y seréis bendición. No temáis más esfuércense vuestras manos”.

 

Aunque hemos sido grandes pecadores y una maldición en alto grado entre las naciones, con todo, mucho mayor serán nuestras bendiciones si nos permitimos que El no las diera. Nuestras manos deben ser fuertes para apresurar ese feliz día.

 

Zacarías 8:14, 15 – “Porque así ha dicho Jehová de los ejércitos: Como

 

 

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pensé haceros mal cuando vuestros padres me provocaron a ira, dice Jehová de los ejércitos, y no me arrepentí; así al contrario he pensado hacer bien a Jerusalén y la casa de Judá en estos días: no temáis”.

 

Una y otra vez se nos asegura que así como su pueblo ha sido castigado en gran manera, así de grande será su gozo y consuelo ahora en el tiempo de restablecer.

 

Zacarías 8:16 – “Estas son las cosas que habéis de hacer: Hablad verdad cada cual con su prójimo; juzgad según la verdad y lo conducente a la paz en vuestras puertas”.

 

A cada uno de nosotros se nos amonesta enseñar la Verdad a su prójimo, hacer lo que viene a la mano. Hemos de ejecutar juicio de verdad en lugar de malgastar aliento y tiempo hablando de los pecados de otros. De otro modo hallaremos la grande “viga” en nuestros propios ojos. Como amonesta la escritura, hablemos la Verdad, ejecutemos juicio y paz en las casas nuestras y en nuestro medio. Nunca nos ocupemos de los asuntos de otras personas. Mejor será que hagamos todo lo posible por atender los asuntos nuestros.

 

Zacarías 8:17 – “Ninguno de vosotros piense mal en su corazón contra su prójimo, ni améis el juramento falso; porque todas estas son cosas que aborrezco, dice Jehová”.

 

De todas estas cosas que los Cristianos necesitan saber la más urgente es: Que deben ser muy honestos consigo mismos y con los demás, deben hablar siempre la verdad, y que cesen de pensar mal en contra de los otros. Cuando repitáis lo que habéis oído decir, recordad que podéis estar diciendo falso, en todo o en parte. Esto no le conviene hacer, porque de “ninguna manera entrará [en la ciudad] ninguna cosa … que hace mentira”. Apocalipsis 21:27. El hablar mal y el formar malos juicios o conjeturas

 

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son cosas que el Señor aborrece.

 

Zacarías 8:18, 19 – “Vino a mí palabra de Jehová de los ejércitos, diciendo: Así ha dicho Jehová de los ejércitos: El ayuno del cuarto mes, el ayuno del quinto, el ayuno del séptimo, y el ayuno del décimo, se convertirán para la casa de Judá en gozo y alegría, y en festivas solemnidades. Amad, pues, la verdad y paz”.

 

Estos ayunos antiguos y típicos se tornarán en fiestas de gozo y alegría.

 

Zacarías 8:22 – “Y vendrán muchos pueblos y fuertes naciones a buscar a Jehová de los ejércitos en Jerusalén, y a implorar el favor de Jehová”.

 

Es interesante concebir la expansión de la Verdad de Dios como está escrita en este capítulo: Primero un individuo comunica la Verdad a otro individuo. Entonces una ciudad la comunica a otra ciudad. Finalmente una nación poderosa invita a otra nación a que se unan al Señor. Y así continuará la siega hasta que la obra del evangelio sea terminada, hasta que el pueblo fiel de Dios esté a la mano derecha del Señor (en el Reino), y los hipócritas juntamente con los infieles o paganos estén a Su mano izquierda (en el mundo condenado de los Gentiles listo para perecer).

 

Zacarías 8:23 – “Así ha dicho Jehová de los ejércitos: En aquellos días acontecerá que diez hombres de las naciones de toda lengua tomarán del manto a un judío, diciendo: Iremos con vosotros, porque hemos oído que Dios está con vosotros”.

 

Es lógica la conclusión de que los diez hombres que se tomarán de todas las lenguas de las naciones en el tiempo que tiene lugar esta gran recolección, son figurativos de un grupo de pueblo (la iglesia liberada de la cizaña en el tiempo de la

 

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cosecha), así como las diez vírgenes (Mateo 25:1) son simbólicas de la iglesia mientras la cizaña todavía está mezclada con el trigo. Los diez siervos (Lucas 19:13), y los diez cuernos (Apocalipsis12:3; 17:3), son números de universalidad. Estos diez hombres hablarán todas las lenguas como lo hicieron los apóstoles en el día del pentecostés.

 

Es claro que el “Judío” de cuya falda tira el pueblo debe ser uno por cuyo medio el Señor está trabajando para revelarse a Sí Mismo y a Su Verdad al pueblo. Naturalmente, habiendo descubierto este hecho, ellos dirán “Nosotros iremos contigo; porque hemos oído que Dios está contigo”. Este cierto Judío, por supuesto, no puede ser de los Judíos identificados actualmente. Más bien, él debe ser descendiente de los Judíos Cristianos, - tal vez de aquellos que en la edad apostólica perdieron su identidad al llamarse Cristianos (Hechos 11:26). O también pueden ser descendientes de cualquiera de los Judíos que fueron desterrados de su patria, y esparcidos entre las naciones, y asimilados con ellas, y luego converso al Cristianismo.

 

“Y acontecerá en aquel tiempo que la raíz de Isaí, la cual estará puesta por pendón á los pueblos, será buscada de las gentes; y su holganza será gloria. Asimismo acontecerá en aquel tiempo, que Jehová tornará á poner otra vez su mano para poseer las reliquias de su pueblo que fueron dejadas de Assur, y de Egipto, y de Parthia, y de Etiopía, y de Persia, y de Caldea, y de Amath, y de las Islas de la mar. Y levantará pendón á las gentes, y juntará los desterrados de Israel, y reunirá los esparcidos de Judá de los cuatro cantones de la tierra.... Y habrá camino para las reliquias de su pueblo, las que quedaron de Assur, de la manera que lo hubo para Israel el día que subió de la tierra de Egipto”. Isaías 11:10-12, 16.

 

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De esta manera será la recolección de la gente en el éxodo final para hoy.

 

Con esto termina el capítulo ocho de Zacarías, y ahora hagamos un resumen que determine lo que hemos aprendido en esta profecía:

 

Lo primero y más importante de todo es, que nosotros sabemos que estas profecías tienen que ser cumplidas en nuestros días, y que muy pronto cosas maravillosas han de acontecer; que en un tiempo el Señor se vio obligado a abandonar a Jerusalén y esparcir a Su pueblo por todo el mundo. Pero ahora el Señor ha de volver y juntar a Sus elegidos de los cuatro cabos de la tierra, y luego Jerusalén será llamada ciudad de verdad y de gozo - no habrá allí accidentes, temores ni tristeza; que el pueblo de Dios gozará paz y prosperidad; que todos deben hablar bien de todos; no más perderán el tiempo ni su aliento en hablar de las faltas de otros. Nunca se ocuparán de los asuntos de los demás. Se dedicarán a sus propios negocios, y ejecutarán juicio y paz en sus casas. La Verdad de Dios se extenderá rápidamente; primero un individuo hablará la Verdad a otro; entonces una ciudad la comunicará a otra ciudad; finalmente una nación fuerte invita a otra nación para unirse al Señor.

 

Estoy de acuerdo con ustedes en que estas promesas parecen increíbles y aún parecen algo como fantásticas. Pero entre más parezcan serlo, más brillante será el cumplimiento en perspectiva, porque Dios no hace cosas que parecen posibles para el hombre, sino hace cosas que al hombre parecen completamente imposibles. Piensen en la obra maravillosa de Dios en el Movimiento del Éxodo mientras que El los sacaba del Egipto, cuando ellos cruzaban el Mar Rojo, cuando cruzaron el desierto, y el Jordán. El hizo llover maná del cielo y lo siguió haciendo por cuarenta años. ¡Visualicen, si pueden,

 

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a los esclavos de Faraón llegando a ser profetas, sacerdotes y reyes! Piensen en los tres hebreos que estaban confortablemente en medio del horno de fuego ardiente; en Daniel en el foso de los leones; en la victoria de Mardoqueo sobre Haman; en la victoria de David sobre el gigante; en José alimentando al mundo; en Moisés sobreviviendo en el Nilo; en Sansón derribando las columnas del templo con sus manos solamente. Son incontables las maravillas que el Dios Todopoderoso ha obrado con Su mano a través de todas las edades. Todos estos libramientos y muchos otros eran imposibles para el hombre, pero muy posibles para Dios. Estos poderosos milagros nos ponen cara a cara con el hecho de que Dios está en los asuntos de hacer “posibles” los “imposibles”. Por esto, “fortaleced vuestras manos, vosotros los que en estos días escucháis estas palabras” del Señor.

 

 

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