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Llamadas Oportunas
La Única Paz de Mente
LA RECOMPENSA DE SION Y EL ESFUERZO PODEROSO DE DIOS
EL AÑO DE SUS REDIMIDOS –
LA SEÑAL DEL DÍA DE VENGANZA
MEDITACIÓN PARA LA ORACIÓN DE APERTURA
Daré lectura de El Discurso Maestro de Jesucristo, página 121, comenzando con el primer párrafo:
D.M.J., p. 121 - “Nuestra única esperanza, si queremos vencer, radica en unir nuestra voluntad a la de Dios, y trabajar juntamente con él, hora tras hora y día tras día. No podemos retener nuestro espíritu egoísta y entrar en el reino de Dios. Si alcanzamos la santidad, será por el renunciamiento al yo y por la aceptación del sentir de Cristo. El orgullo y el egoísmo deben crucificarse. ¿Estamos dispuestos a pagar lo que se requiere de nosotros? ¿Estamos dispuestos a permitir que nuestra voluntad sea puesta en conformidad perfecta con la de Dios? Mientras no lo estemos, su gracia transformadora no puede manifestarse en nosotros”.
Arrodillémonos, y oremos por la comprensión, de que nuestra esperanza de tener una morada en el Reino de Dios, depende de unir nuestra voluntad con la de El, y de obrar en cooperación con El; que la santidad depende de la renuncia al yo, y de la aceptación de Cristo, que el orgullo no tiene lugar en el corazón cristiano; y que la transformación por la gracia de Dios, se obtiene por nuestra conformidad con la Palabra.
Copyright, 1953
Todos los derechos reservados
V.T. HOUTEFF
Vol. 1, N° 42 2
LA RECOMPENSA DE SION Y
EL ESFUERZO PODEROSO DE DIOS
TEXTO DE LA ALOCUCIÓN POR V. T. HOUTEFF
MINISTRO DE LOS DAVIDIANOS ADVENTISTAS DEL SÉPTIMO DÍA
EL SÁBADO, 24 DE MAYO DE 1947
CAPILLA DEL MONTE CARMELO
WACO, TEXAS
Estudiemos esta tarde el capítulo 62 de Isaías. Las primera cosa que necesitamos saber acerca de este capítulo, es si fue escrito especialmente para el pueblo de Dios hoy o especialmente para el pueblo de ayer, y si este mensaje debe ser dado a la iglesia, o al mundo. Para saber estas cosas leamos el versículo 11:
“He aquí que Jehová hizo oír hasta lo último de la tierra: Decid a la hija de Sion: He aquí viene tu Salvador; he aquí su recompensa con él, y delante de él su obra”. Isaías 62:11.
“He aquí”, dice el Señor, “hizo oír hasta lo último de la tierra” no a algún otro tiempo. Así que esta divina proclamación es para los que están viviendo en el tiempo del fin. Para ellos el capítulo está abierto, y ellos están comisionados a llevarlo a la hija de Sion, la iglesia. No se debe excusar, por lo tanto, de esta llamada a servicio.
Isaías 62:1 – “Por amor de Sion no callaré, y por amor de Jerusalén no descansaré, hasta que salga como resplandor su justicia, y su salvación se encienda como una antorcha”.
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Aquí se nos dice, que el Señor seguirá hablando así, no por causa del mundo, sino por causa de la iglesia para que eventualmente esté en el Monte de Sion con el Cordero; y que continuará así “hasta que salga como resplandor su justicia, y su salvación se encienda como una antorcha”.
La declaración del Señor implica, que la justicia de su pueblo a la proclamación de este capítulo, está débil, sino del todo apagada; y que “por lo cual la salvación” no está ahora como una lámpara encendida, sino como una antorcha apagada. La justicia de Cristo ha de resplandecer tan brillante como el sol. La conclusión, entonces es que sin este mensaje adicional la iglesia nunca alcanzará su blanco, y la actitud indiferente de alguien ante esta llamada por servicio seguramente traerá su destrucción. El pueblo verdadero de Dios, sin embargo, han de despertar y abrazar el llamado. A ellos, como iglesia, el Señor dice:
Isaías 62:2 – “Entonces verán las gentes tu justicia, y todos los reyes tu gloria; y te será puesto un nombre nuevo, que la boca de Jehová nombrará”.
La justicia de Sion será tan notoria, que los Gentiles serán atraídos por ella, y todos los reyes por su gloria. Esta es la razón por la cual el nombre que tiene la iglesia actualmente, no será adecuado para ella.
Como saben ahora hay centenares de nombres de iglesias en el mundo, si, hay tantos nombres así como istmos hay. Todos aquellos son puestos por la boca de los hombres, aunque Dios reconoce una sola iglesia. Muchos de los nombres hasta sugieren una competencia Divina. Por ejemplo, los nombres de la “Iglesia de Cristo”, e “Iglesia
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de Dios”, ¿no hacen que Cristo y Dios parezcan competidores?
Cualquiera que sea el “nombre nuevo”, una cosa es cierta, y es que este nombre será enteramente idónea a la iglesia en su justicia como proyectada aquí.
Ahora estamos viviendo en un mundo confundido. Algunos son de Pablo, otros de Apolos, Cefas, Pedro, Juan, o Santiago, algunos de Dios, algunos de Cristo. Los cristianos están así luchando y disputando entre si y hablando la una en contra de la fe de la otra y ¡al mismo tiempo tratando de convertir a Cristo al mundo no cristiano! ¡Que tiniebla! A la iglesia, la que Dios ahora está creando, El dice:
Isaías 62:3 – “Y serás corona de gloria en la mano de Jehová, y diadema de reino en la mano del Dios tuyo”.
La iglesia aquí proyectada ha de componerse de un pueblo justo y dirigido del espíritu, e indudablemente su nuevo nombre expresa este hecho. Maravilloso sin duda es para el Señor, “Corona de gloria, y real diadema”. Usted no puede permitir que esta gloria se le escape. Actúe hoy.
Isaías 62:4 – “Nunca más te llamarán Desamparada, ni tu tierra se dirá más Desolada; sino que serás llamada Hefzi-bá, y tu tierra, Beula; porque el amor de Jehová estará en ti, y tu tierra será desposada”.
Porque el Señor ha de deleitarse en ella, y también porque su tierra ha de ser casada con ella, ella tiene que ser llamada Hefzi-bá, y su tierra Beula. La iglesia en tiempos pasados, fue desamparada ciertas veces, una vez en Egipto, después en Babilonia, Roma, y así sucesivamente, pero nunca más será otra vez desamparada, y
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su tierra nunca más será otra vez desolada.
Isaías 62:5 – “Pues como el joven se desposa con la virgen, se desposarán contigo tus hijos; y como el gozo del esposo con la esposa, así se gozará contigo el Dios tuyo”.
El matrimonio significa una unión eterna. Así la iglesia tiene la promesa de que su tierra será suya para siempre, y ella y sus hijos (conversos) nunca se separarán de ella.
Isaías 62:6, 7 – “Sobre tus muros, oh Jerusalén, he puesto guardas; todo el día y toda la noche no callarán jamás. Los que os acordáis de Jehová, no reposéis, ni le deis tregua, hasta que restablezca a Jerusalén, y la ponga por alabanza en la tierra”.
El ya ha puesto no que pondrá, atalayas que nunca descuidarán su deber ni en la noche ni en el día. Y así usted ahora se acuerda de Jehová, no debe guardar silencio, más, alabarle y hablar de su amor y Verdad maravillosos. Ahora es su oportunidad de hacer que el progreso de su reino, sea su principal negocio, su mayor interés, y su más alto gozo. Ahora es tiempo de decir, “Si me olvidare de ti, oh Jerusalén, Pierda mi diestra su destreza. Mi lengua se pegue a mi paladar, Si de ti no me acordare; Si no enalteciere a Jerusalén. Como preferente asunto de mi alegría” Salmos 137:5, 6. A este fin orad y trabajad. No le de tregua hasta que ponga a Jerusalén alabanza “en la tierra”. Que sea esto su delicia, de la misma manera que son la delicia de El.
Isaías 62:8, 9 – “Juró Jehová por su mano derecha, y por su poderoso brazo: Que jamás daré tu trigo por comida a tus enemigos, ni beberán los extraños el vino que es fruto de tu trabajo; sino que los
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que lo cosechan lo comerán, y alabarán a Jehová; y los que lo vendimian, lo beberán en los atrios de mi santuario”.
¡El pueblo de Dios ha sido robado una vez tras otra, y el robo más terrible y engañoso ha sido hecho, y aún está siendo hecho todavía por sus propios hermanos en la fe! ¿Cómo? En cada paso ascendente de la Verdad, durante la historia de la iglesia, hasta nuestros días, los que han aceptado las verdades impopulares, han sido echados de la iglesia, que ellos han ayudado a edificar. Esto ha sido solamente porque por una parte, la mayoría ha regido siempre, y por otra parte porque la minoría es la que ha sido susceptible a la Verdad Presente, al “alimento a su debido tiempo”. Más el tiempo ha llegado en que cesará toda clase de latrocinio. Estas alentadoras promesas son hechas a todos aquellos que son arrojados fuera de la iglesia.
“Oíd palabra de Jehová, vosotros los que tembláis a su palabra: Vuestros hermanos que os aborrecen, y os echan fuera por causa de mi nombre, dijeron: Jehová sea glorificado. Pero él se mostrará para alegría vuestra, y ellos serán confundidos”. Isaías 66:5.
Isaías 62:10 – “Pasad, pasad por las puertas; barred el camino al pueblo; allanad, allanad la calzada, quitad las piedras, alzad pendón a los pueblos”.
El Señor ahora invita repetidamente, a todos al alcance de Su voz a que sin temor pasemos por las puertas de Sion, la iglesia, y a decir a ella: “He aquí, viene tu salvación; he aquí, su recompensa con él, y delante de él su obra”.
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Así que no podemos hacer de otro modo, sino continuar adelante, porque es nuestro deber señalado por Dios de preparar el camino para el pueblo. Debemos construir un camino real, un camino para que vengan a la luz de Dios, y de esta manera a su Reino. Debemos de quitar todos los obstáculos que obstruyan el camino, y levantar pendón al pueblo, un pendón que ellos puedan ver y seguir, como el que guía a la cabeza. ¿Qué pendón puede ser éste? El verdadero pendón que el pueblo ha de ver, y seguir a Jesús en su Verdad.
Isaías 62:11 – “He aquí que Jehová hizo oír hasta lo último de la tierra: Decid a la hija de Sion: He aquí viene tu Salvador; he aquí su recompensa con él, y delante de él su obra”.
Este versículo, como aprendimos al principio de nuestro estudio, aclara dos cosas: Primero, que este capítulo definitivamente contiene un mensaje para la iglesia en el fin del mundo; segundo, prueba que este capítulo ahora por primera vez se está revelando y traído a nuestra atención, estamos enviados con un mensaje a la iglesia, y muestra definitivamente que hemos llegado al tiempo del fin, el tiempo en que las instituciones establecidas por el hombre, tienen que desaparecer para siempre.
La palabra “he aquí”, denota que deberíamos prestar atención y ser capaces de ver que nuestra salvación viene, y que mientras su recompensa está con él, su obra está todavía delante de El. ¿Y cuál es su recompensa? ¿Qué cosa puede ser sino la vida eterna? Así será que los primeros frutos, los 144.000, los siervos de Dios, que pronto tienen que estar en el Monte Sion con el Cordero, serán los primeros en ser recompensados. Como siervos de Dios, ellos llevarán adelante la obra que está “delante de él”, la obra de cosechar los segundos frutos. Esta es la obra que está delante de El. La obra de recoger los segundos frutos. El profeta Isaías dice:
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“Y pondré entre ellos señal, y enviaré de los escapados de ellos [versículo 16] a las naciones, a Tarsis, a Fut y Lud que disparan arco, a Tubal y a Javán, a las costas lejanas que no oyeron de mí, ni vieron mi gloria; y publicarán mi gloria entre las naciones. Y traerán a todos vuestros hermanos de entre todas las naciones, por ofrenda a Jehová, en caballos, en carros, en literas, en mulos y en camellos, a mi santo monte de Jerusalén, dice Jehová, al modo que los hijos de Israel traen la ofrenda en utensilios limpios a la casa de Jehová”. Isaías 66:19, 20. La elección ahora es la suya, o alinearse con la Verdad de Dios para este tiempo, para aceptar Su salvación y preparar para la obra ante El, para el recogimiento de Sus santos, o quedar indiferente y ser vomitado.
Hagamos la mejor elección ahora a no ser que pronto nos encontremos en tinieblas de afuera, allá para llorar y crujir nuestros dientes.
Isaías 62:12 – “Y les llamarán Pueblo Santo, Redimidos de Jehová; y a ti te llamarán Ciudad Deseada, no desamparada”.
Si usted hace todo lo que el Espíritu de Dios le inspira que haga, sin duda será usted de entre el “Pueblo Santo, redimidos de Jehová”, “Ciudad deseada”, “no desamparada”.
Y ahora para resumir: Este estudio comienza con las expresiones “He aquí, que Jehová hizo oír hasta lo último de la tierra”, a la iglesia de hoy. Ella ha de ser corona de gloria de Dios, su diadema real. No será más su iglesia llamada “Desamparada”, ni su tierra será llamada “Desolada”. Estos nombres serán cambiados respectivamente por los nombres Hefzi-bá, y
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Beula, que significan: Dios se deleitará en su pueblo, y en su tierra. Dios se regocijará en su iglesia, como el esposo se regocija con la esposa. Dios ha puesto atalayas sobre los muros de Jerusalén, que nunca descuidan su deber, ellos no callarán jamás sino que alabarán a Jehová, y serán celosos en hacer todo lo que ellos puedan para hacer avanzar su Reino. Dios además ha jurado por su mano derecha, y por el brazo de su fortaleza, que jamás dará la comida de sus hijos, a sus enemigos, que los extraños no los robarán de lo que ellos han trabajado, que sin duda lo que ellos han adquirido, será de ellos. La iglesia ha sido despojada una y otra vez de su luz espiritual. Cuando la luz de Dios llegó a ellos, los enemigos la privaron de ella al menos por un corto tiempo. Ahora se nos está amonestando para “oír la Palabra del Señor”, por lo cual los hermanos (membresía de la iglesia) nos aborrecen, así es que ellos nos arrojan de entre la membresía. Esto lo hacen en el nombre del Señor, pero ellos serán avergonzados”, cuando él aparezca para nuestro gozo y para su vergüenza. Se nos manda que pasemos por las puertas de Laodicea, y preparemos el camino para el pueblo; que allanemos la calzada, removiendo las barreras, levantando pendón al pueblo; para mostrarle que el Señor ha “proclamado hasta lo último de la tierra”; decir a la hija de Sion que su salvación es venida, que su recompensa es con él, y delante de el su obra; que los que escapen de la matanza del Señor, serán enviados a todas las naciones, y a las islas del mar, al pueblo que nunca ha oído del Salvador. Ellos traerán a todos sus hermanos a la casa de Jehová.
De cierto ahora puede usted ver la recompensa de Sion y el esfuerzo poderoso de Dios para informarle de esta Verdad. Seguramente hará todo lo posible para escapar de la venganza de Dios y unirse con este movimiento laico para la cosecha de su pueblo.
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EL AÑO DE SUS REDIMIDOS –
LA SEÑAL DEL DÍA DE VENGANZA
Isaías 63
TEXTO DE LA ALOCUCIÓN POR V. T. HOUTEFF
MINISTRO DE LOS DAVIDIANOS ADVENTISTAS DEL SÉPTIMO DÍA
EL SÁBADO, 31 DE MAYO DE 1947
CAPILLA DEL MONTE CARMELO
WACO, TEXAS
Vamos a estudiar ahora el capítulo 63 de Isaías. Encontramos que en este capítulo está registrada una conversación profética entre tres personas: El profeta, el Señor, y una persona que vive en el tiempo en que esta profecía se cumple. Los sujetos de la conversación son Edóm, el Israel antiguo, su libramiento de Egipto, y la redención del pueblo el día en que esta Escritura se cumple. La parte que debe interesarnos más, es saber el tiempo. Para saberlo leamos: “Pero tú eres nuestro padre, si bien Abraham nos ignora, e Israel no nos conoce; tú, oh Jehová, eres nuestro padre; nuestro Redentor perpetuo es tu nombre”. Isaías 63:16.
Las palabras de la persona que está hablando por parte del pueblo quien es traído frente a frente con la revelación de este capítulo, revelan que él y su pueblo son desconocidos para Abraham. Puesto que Abraham sabía bien acerca del nacimiento de Israel antiguo, pero comprendió prácticamente nada acerca del nacimiento de los Cristianos, entonces los Cristianos deben ser el pueblo del cual él ignora. La Verdad se destaca claramente entonces que este capítulo, encuentra su cumplimiento en la época Cristiana. Para encontrar ahora si se trata de la primera, o la última parte de la era cristiana,
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leamos los versículos 18 y 19; también Isaías 64:10-11, porque el capítulo 64 es la continuación del capítulo 63.
“Por poco tiempo lo poseyó tu santo pueblo; nuestros enemigos han hollado tu santuario. Hemos venido a ser como aquellos de quienes nunca te enseñoreaste, sobre los cuales nunca fue llamado tu nombre”. Isaías 63:18, 19.
“Tus santas ciudades están desiertas, Sion es un desierto, Jerusalén una soledad. La casa de nuestro santuario y de nuestra gloria, en la cual te alabaron nuestros padres, fue consumida al fuego; y todas nuestras cosas preciosas han sido destruidas”. Isaías 64:10, 11.
Se ve aquí que el anhelo del pueblo es la restauración del templo, y la adquisición de la tierra otra vez. Ahora por el hecho de que el “templo”, y la “tierra” están todavía en manos de los Árabes, y Judíos incrédulos (los que nunca fueron llamados por su nombre, nunca llamados Cristianos) es prueba positiva, de los capítulos 63 y 64, tienen su cumplimiento en la última parte de la era Cristiana, la parte en la cual el tiempo de los Gentiles en la tierra prometida se cumple. Además, el hecho de que nuestro mensaje para hoy nos ha hecho clamar al Señor por tal liberación, significa que el tiempo del cumplimiento de la profecía de estos capítulos, ya está aquí.
Sabiendo ahora positivamente que estos capítulos conciernen a usted y a mi, estamos listos para empezar este estudio de estos capítulos, versículo por versículo –
Isaías 63:1 – “¿Quién es éste que viene de Edom, de Bosra, con vestidos rojos? ¿éste hermoso en
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su vestido, que marcha en la grandeza de su poder? Yo, el que hablo en justicia, grande para salvar”.
En visión el profeta vio a alguien con vestidos manchados de sangre, volviendo rápidamente de Edóm y Bosra. A la pregunta del profeta: ¿Quién es éste que viene de Edom, de Bosra, con vestidos rojos?” se le dio la respuesta, “Yo, el que hablo en justicia, grande para salvar”.
¿Quién otro podría ser, sino el Señor, el Salvador del mundo, el Grande para salvar?
Otra vez preguntó el profeta:
Isaías 63:2 – “¿Por qué es rojo tu vestido, y tus ropas como del que ha pisado en lagar?”
La respuesta a estas preguntas nos introduce a una serie de eventos solemnes, los eventos registrados en:
Isaías 63:3-5 – “He pisado yo solo el lagar, y de los pueblos nadie había conmigo; los pisé con mi ira, y los hollé con mi furor; y su sangre salpicó mis vestidos, y manché todas mis ropas. Porque el día de la venganza está en mi corazón, y el año de mis redimidos ha llegado. Miré, y no había quien ayudara, y me maravillé que no hubiera quien sustentase; y me salvó mi brazo, y me sostuvo mi ira”.
La expresión, “He pisado yo solo el lagar”, “Miré, y no había quien ayudara, y
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me maravillé que no hubiera quien sustentase”, (todo en tiempo pasado) muestra el celo y la determinación del Salvador por salvar a Su pueblo engañado a Su primer Advenimiento, aunque no hubo ninguno con El para ayudarle; es decir, todos los sacerdotes y dirigentes religiosos – la Conferencia General de su día (el Sanedrín) estaban en contra de El en lugar de ayudarle en Su obra. Pero las declaraciones, “los pisé con mi ira, y los hollé con mi furor; y su sangre salpicó mis vestidos, y manché todas mis ropas. Porque el día de la venganza está en mi corazón, y el año de mis redimidos ha llegado. Miré, y no había quien ayudara, y me maravillé que no hubiera quien sustentase; y me salvó mi brazo, y me sostuvo mi ira”. (todo en tiempo futuro), muestran que la condición actual de la iglesia, no sólo es igualmente mala como en su primera venida, sino hasta mucho peor. ¡Cuan verdadero que la historia se repite! Como el día de venganza se acerca, los que deben sostener y ayudar la obra de redención, los ministros y dirigentes religiosos, el Sanedrín Antitípico de hoy (la Conferencia General), se ven impidiendo, obstaculizando Su esfuerzo para alcanzar al pueblo. De esta forma incurren en su desagrado, y necesariamente se ciñe para liberar a Su pueblo de las manos de pastores infieles. Causan que se manche Sus vestidos con la sangre de ellos mientras las pisa en su furor.
Isaías 63:6 – “Y con mi ira hollé los pueblos, y los embriagué en mi furor, y derramé en tierra su sangre”.
La breve explicación del Señor, acerca de la situación, es amplificada por el profeta Ezequiel. El dice:
“Clamó en mis oídos con gran voz, diciendo: Los verdugos de la ciudad han llegado, y cada uno trae en su mano su instrumento para destruir.
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Y he aquí que seis varones venían del camino de la puerta de arriba que mira hacia el norte, y cada uno traía en su mano su instrumento para destruir. Y entre ellos había un varón vestido de lino, el cual traía a su cintura un tintero de escribano; y entrados, se pararon junto al altar de bronce. Y la gloria del Dios de Israel se elevó de encima del querubín, sobre el cual había estado, al umbral de la casa; y llamó Jehová al varón vestido de lino, que tenía a su cintura el tintero de escribano, y le dijo Jehová: Pasa por en medio de la ciudad, por en medio de Jerusalén, y ponles una señal en la frente a los hombres que gimen y que claman a causa de todas las abominaciones que se hacen en medio de ella. Y a los otros dijo, oyéndolo yo: Pasad por la ciudad en pos de él, y matad; no perdone vuestro ojo, ni tengáis misericordia. Matad a viejos, jóvenes y vírgenes, niños y mujeres, hasta que no quede ninguno; pero a todo aquel sobre el cual hubiere señal, no os acercaréis; y comenzaréis por mi santuario. Comenzaron, pues, desde los varones ancianos que estaban delante del templo”. Ezequiel 9:1-6.
La profecía de Ezequiel revela claramente, que esta obra de purificación toma lugar en la iglesia (Jerusalén), en el tiempo para separar los infieles de entre los fieles, el tiempo para destruir la “cizaña” (Mateo 13:30), para echar fuera el pez malo (Mateo 13:47-49), para purificar la iglesia (Testimonios para la Iglesia, Volumen 5, p. 75), para purificar el ministerio (Malaquías 3:1-3); para limpiar el santuario (Daniel 8:14) - la obra de Juicio para los vivos. El Espíritu de Profecía de nuestro día dice:
“Pero los días de la purificación de la iglesia se aproximan velozmente. Dios se propone tener un pueblo puro y leal. En el gran zarandeo que pronto se llevará a cabo podremos medir más exactamente la fuerza de Israel.
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Las señales indican que el tiempo está cerca cuando el Señor revelará que tiene un aventador en su mano y limpiará con esmero su era …
“Aquí vemos que la iglesia, el santuario del Señor, era la primera en sentir los golpes de la ira de Dios. Los ancianos, aquellos a quienes Dios había brindado gran luz, que se habían destacado como guardianes de los intereses espirituales del pueblo, habían traicionado su cometido. Habían asumido la actitud de que no necesitamos esperar milagros ni la señalada manifestación del poder de Dios como en tiempos anteriores. Los tiempos han cambiado. Estas palabras fortalecen su incredulidad, y dicen: El Señor no hará bien ni mal. Es demasiado misericordioso para castigar a su pueblo. Así el clamor de paz y seguridad es dado por hombres que no volverán a elevar la voz como trompeta para mostrar al pueblo de Dios sus transgresiones y a la casa de Jacob sus pecados. Estos perros mudos que no querían ladrar, son los que sienten la justa venganza de un Dios ofendido. Hombres, jóvenes y niñitos, todos perecen juntos”. Testimonios para la Iglesia, Volumen 5, páginas 75-76, 196.
Y el apóstol Pedro añade: “Porque es tiempo de que el juicio comience por la casa de Dios; y si primero comienza por nosotros, ¿cuál será el fin de aquellos que no obedecen al evangelio de Dios? Y: Si el justo con dificultad se salva, ¿En dónde aparecerá el impío y el pecador?” 1ª Pedro 4:17, 18.
Ya que el pueblo actual de Dios no está en la tierra de Edóm, al sur de Palestina, sino que está esparcido por toda la tierra, y puesto que el Señor ha de matar a todos sus enemigos a fin de librarlos de ellos, la verdad está bien clara: se tratan de Edóm y Bosra antitípicos.
Después que Esaú vendió su primogenitura por un plato de
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lentejas, el fue llamado Edom; y el nombre de Bosra significa “redil”. Es claro entonces que los Edomitas de Isaías 63:1 son los que en nuestros días han vendido su primogenitura, y quienes al mismo tiempo están persiguiendo (como Esaú a Jacob), a los que han comprado esa primogenitura, por así decirlo. Así es que como el pueblo de Dios tenían que liberarse del Sanedrín en el día de Cristo, ella tiene que liberarse de la Conferencia General, los hermanos Edomitas antitípicas, para poder ser guiado en toda la Verdad y en la tierra de sus padres.
Las palabras, “el día de la venganza está en mi corazón” y, “el año de mis redimidos ha llegado”, claramente dice que la obra extraña del Señor en Edom y Bosra, es el día de venganza y una señal del regreso de Israel Antitípico (la iglesia purificada) a la tierra natal.
Isaías 63:7-10 – “De las misericordias de Jehová haré memoria, de las alabanzas de Jehová, conforme a todo lo que Jehová nos ha dado, y de la grandeza de sus beneficios hacia la casa de Israel, que les ha hecho según sus misericordias, y según la multitud de sus piedades. Porque dijo: Ciertamente mi pueblo son, hijos que no mienten; y fue su Salvador. En toda angustia de ellos él fue angustiado, y el ángel de su faz los salvó; en su amor y en su clemencia los redimió, y los trajo, y los levantó todos los días de la antigüedad. Mas ellos fueron rebeldes, e hicieron enojar su santo espíritu; por lo cual se les volvió enemigo, y él mismo peleó contra ellos”.
El testimonio de esta persona, revela que una completa transformación ha tenido lugar en él, que ha tenido una visión de la bondad del Señor, de su longanimidad, y de su tierna misericordia, – está convencida
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de que el Señor no dará por inocente al culpable. Por este testimonio, de su testimonio se ve también que el Señor no es una persona cruel, ni áspera que está buscando matar y destruir, sino que es bondadoso y misericordioso, paciente y justo, y que él es digno de ser alabado. Esta persona se esfuerza para probar esto a otros, llamando la atención al tratamiento del Señor para con su antiguo pueblo, manifestando que él los toleró por largo tiempo, y que él los castiga solamente por su propio bien, para traerlos otra vez hacia El; para sacarlos de la idolatría, y de la ruina eterna.
Además de esto, esta Escritura muestra claramente que hoy en día la necesidad de la liberación es semejante a la del día de Moisés.
Isaías 63:11-15 – “Pero se acordó de los días antiguos, de Moisés y de su pueblo, diciendo: ¿Dónde está el que les hizo subir del mar con el pastor de su rebaño? ¿dónde el que puso en medio de él su santo espíritu, el que los guió por la diestra de Moisés con el brazo de su gloria; el que dividió las aguas delante de ellos, haciéndose así nombre perpetuo, el que los condujo por los abismos, como un caballo por el desierto, sin que tropezaran? El Espíritu de Jehová los pastoreó, como a una bestia que desciende al valle; así pastoreaste a tu pueblo, para hacerte nombre glorioso. Mira desde el cielo, y contempla desde tu santa y gloriosa morada. ¿Dónde está tu celo, y tu poder, la conmoción de tus entrañas y tus piedades para conmigo? ¿Se han estrechado?”
Puesto que hay un clamor en la profecía por semejante liberación, como en el tiempo de Moisés, los hechos son obvios. La iglesia ha sido llevada cautiva, y ahora necesita ser libertada. El Espíritu de Profecía advirtió sobre esto hace años:
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“La iglesia ha dejado de seguir a Cristo, su Guía, y con paso firme sigue su retiro hacia Egipto. Sin embargo, son pocos los que se alarman y asombran por su falta de poder espiritual. La duda, y aun el descreimiento de los testimonios del Espíritu de Dios, leudan la iglesia por todos lados. Así lo prefiere Satanás. Los ministros que predican el yo en lugar de Cristo lo prefieren así. Los testimonios no se leen, ni se aprecian. Dios os ha hablado. De su Palabra y de los testimonios, la luz ha brillado, y ambos han sido menospreciados y desatendidos. El resultado se ve claro en la falta entre nosotros de pureza, dedicación y fe fervorosa”. Testimonios para la Iglesia, Volumen 5, páginas 201-202.
Isaías 63:16, 17 – “Pero tú eres nuestro padre, si bien Abraham nos ignora, e Israel no nos conoce; tú, oh Jehová, eres nuestro padre; nuestro Redentor perpetuo es tu nombre. ¿Por qué, oh Jehová, nos has hecho errar de tus caminos, y endureciste nuestro corazón a tu temor? Vuélvete por amor de tus siervos, por las tribus de tu heredad”.
Los pueblos que están clamando por liberación, son los que Abraham no conoce, y a quienes el Israel de hoy en día, (la denominación), no quiere reconocer. Esto es como fue expuesto al principio del estudio, Abraham fue ignorante de los Cristianos, y el pueblo que clama por liberación al cumplimiento de esta profecía, no es reconocido por Israel antitípica (la Denominación) como tal. Así es que aunque Abraham no nos conoce, y aunque la Denominación no nos reconozca, con todo sabemos que Dios nos ha dado un mensaje, y que un cambio se ha efectuado en nosotros; que ya no estamos satisfechos de nuestra tibieza; y que tampoco estamos todavía inconscientes de nuestro cuitamiento, miseria, pobreza,
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ceguedad, y desnudez laodicense. Sabemos que esta es la obra de Dios en nuestros corazones, que hemos “verdaderamente nacido de nuevo”, nacidos del Espíritu Santo, que ahora somos mejores Adventistas del Séptimo Día de lo que fuimos antes. Por lo tanto, podemos decir con confianza: Sin duda tu eres nuestro Padre, nuestro Redentor, tu nombre es eterno, aunque nuestros hermanos constantemente, y sarcásticamente nos han dicho, “No, ustedes no son Adventistas del Séptimo Día”.
Isaías 63:18, 19 – “Por poco tiempo lo poseyó tu santo pueblo; nuestros enemigos han hollado tu santuario. Hemos venido a ser como aquellos de quienes nunca te enseñoreaste, sobre los cuales nunca fue llamado tu nombre”.
Verdad es que nuestros antepasados estuvieron en la tierra, y gozaron del servicio del Santuario por un número de años, pero considerando que ellos habían de poseerla para siempre, la declaración: “Por poco tiempo lo poseyó tu santo pueblo”, resulta ser la plena verdad. Los Árabes y Judíos inconversos, los que poseen ahora la tierra, no son Cristianos; ellos no son llamados por el nombre de Cristo, y nunca lo han sido.
Isaías 63:17 – “¿Por qué, oh Jehová, nos has hecho errar de tus caminos, y endureciste nuestro corazón a tu temor? Vuélvete por amor de tus siervos, por las tribus de tu heredad”.
Aquí está uno que reconoce que el pueblo de Dios está en error – no siguiendo los caminos de Dios y que no le temen. La súplica del mensajero es, por lo tanto, que Dios vuelva a ellos, y que no los abandone para siempre.
La oración del capítulo 63, continúa
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en todo el capítulo 64, y es un buen ejemplo de lo que deben ser nuestras súplicas en este mismo tiempo. Leamos todo el capítulo completo:
Isaías 64:1-12 – “¡Oh, si rompieses los cielos, y descendieras, y a tu presencia se escurriesen los montes, como fuego abrasador de fundiciones, fuego que hace hervir las aguas, para que hicieras notorio tu nombre a tus enemigos, y las naciones temblasen a tu presencia! Cuando, haciendo cosas terribles cuales nunca esperábamos, descendiste, fluyeron los montes delante de ti.
“Ni nunca oyeron, ni oídos percibieron, ni ojo ha visto a Dios fuera de ti, que hiciese por el que en él espera. Saliste al encuentro del que con alegría hacía justicia, de los que se acordaban de ti en tus caminos; he aquí, tú te enojaste porque pecamos; en los pecados hemos perseverado por largo tiempo; ¿podremos acaso ser salvos?.
“Si bien todos nosotros somos como suciedad, y todas nuestras justicias como trapo de inmundicia; y caímos todos nosotros como la hoja, y nuestras maldades nos llevaron como viento. Nadie hay que invoque tu nombre, que se despierte para apoyarse en ti; por lo cual escondiste de nosotros tu rostro, y nos dejaste marchitar en poder de nuestras maldades.
“Ahora pues, Jehová, tú eres nuestro padre; nosotros barro, y tú el que nos formaste; así que obra de tus manos somos todos nosotros. No te enojes sobremanera, Jehová, ni tengas perpetua memoria de la iniquidad; he aquí, mira ahora, pueblo tuyo somos todos nosotros. Tus santas ciudades están desiertas, Sion es un desierto, Jerusalén una soledad. La casa de nuestro santuario y de nuestra gloria, en la cual te alabaron
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nuestros padres, fue consumida al fuego; y todas nuestras cosas preciosas han sido destruidas. ¿Te estarás quieto, oh Jehová, sobre estas cosas? ¿Callarás, y nos afligirás sobremanera?”
Ahora es nuestra oportunidad; ahora es nuestro privilegio de hacer esta súplica personalmente la nuestra. Inteligentemente podemos ahora decir, Venga tu Reino, sea hecha tu voluntad en la tierra, así como es hecha en el cielo. Ahora podemos decir con todo nuestro corazón: “¿Cómo cantaremos cántico de Jehová en tierra de extraños? Si me olvidare de ti, oh Jerusalén, pierda mi diestra su destreza. Mi lengua se pegue a mi paladar, si de ti no me acordare; si no enalteciere a Jerusalén como preferente asunto de mi alegría. Oh Jehová, recuerda contra los hijos de Edom el día de Jerusalén, cuando decían: arrasadla, arrasadla hasta los cimientos”. Salmos 137:4-7.
Ahora que puede ver claramente las señales y el tiempo de nuestra redención y del día de venganza de Dios acercarse en contra de los pecadores no arrepentidos, se les urge alistarse, y gemir y clamar en contra de las abominaciones, para recibir la marca de liberación, para ser entre las primicias. Ahora puede felizmente y con entendimiento buscar el Reino de los cielos y su justicia, y con toda seguridad saber que todas las cosas materiales de la vida no deben predominar sobre las espirituales, sino que todas ellas nos serán dadas por añadidura (Mateo 6:25-34). El cielo por lo tanto, espera que sin demora usted tome definitiva y abiertamente tome su posición sobre el lado de Verdad. Ahora que el año de Su redimido es venido, que las señales del día de venganza están aquí, ahora es su momento oportuno para hacer su decisión. No se debe atrever a postergar, pues dice el Espíritu de toda Verdad: “Por lo cual, como dice el Espíritu Santo: Si oyereis hoy su voz, no endurezcáis vuestros corazones, como en la provocación, en el día de la tentación en el desierto, donde me tentaron vuestros padres; me probaron, y vieron mis obras cuarenta años. A causa de lo cual me
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disgusté contra esa generación, y dije: Siempre andan vagando en su corazón, y no han conocido mis caminos. Por tanto, juré en mi ira: No entrarán en mi reposo. Mirad, hermanos, que no haya en ninguno de vosotros corazón malo de incredulidad para apartarse del Dios vivo; antes exhortaos los unos a los otros cada día, entre tanto que se dice: Hoy; para que ninguno de vosotros se endurezca por el engaño del pecado. Porque somos hechos participantes de Cristo, con tal que retengamos firme hasta el fin nuestra confianza del principio, entre tanto que se dice: Si oyereis hoy su voz, no endurezcáis vuestros corazones, como en la provocación. ¿Quiénes fueron los que, habiendo oído, le provocaron? ¿No fueron todos los que salieron de Egipto por mano de Moisés? ¿Y con quiénes estuvo él disgustado cuarenta años? ¿No fue con los que pecaron, cuyos cuerpos cayeron en el desierto? ¿Y a quiénes juró que no entrarían en su reposo, sino a aquellos que desobedecieron? Y vemos que no pudieron entrar a causa de incredulidad”. Hebreos 3:7-19.
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