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Llamadas Oportunas
La Única Paz de Mente
¿QUÉ HACE A UNO ELEGIBLE?
LAODICENSE O DAVIDIANO -- ¿CUAL?
MEDITACIÓN PARA LA ORACIÓN DE APERTURA
Daré lectura en el libro El Discurso Maestro de Jesucristo, páginas 90, 91, comenzando con el párrafo cuatro.
D.M.J., pp. 90, 91 - “El primer paso para acercarse a Dios es conocer y creer en el amor que siente por nosotros, solamente por la atracción de su amor nos sentimos impulsados a ir a El”.
“La comprensión de Dios induce a renunciar el egoismo. Al llamar a Dios nuestro Padre, reconocemos a todos sus hijos como nuestros hermanos. Todos formamos parte del gran tejido de la humanidad; todos somos miembros de una sola familia. En nuestras peticiones hemos de incluir a nuestros prójimos tanto como a nosotros mismos. Nadie ora como es debido si solamente pide bendiciones para sí mismo”
“Que estás en los cielos”, Aquel a quien Cristo pide que miremos como “Padre Nuestro”, “está en los cielos; todo lo que quiso ha hecho”. En Su custodia podemos descansar seguros diciendo: “En el día que temo, yo en ti confío!”
¿Por qué cosa nos instruye orar la lectura? Porque apreciemos el amor de Dios y a la vez comprenderle a El: pidamos por un buen entendimiento del verdadero significado de la oración del Padre Nuestro; oremos para que tengamos sabiduría para comprender porque nos dirigimos a Dios como a nuestro Padre, porque nosotros somos miembros de una familia, y como hermanos, hijos de un mismo Padre. Por una gracia para recordad orar no por nosotros mismos, sino también por nuestros prójimos, Y aun por nuestros enemigos.
Copyright, 1953
Todos los derechos reservados
V.T. HOUTEFF
Vol. 1, N° 7 2
¿QUÉ HACE A UNO ELEGIBLE?
TEXTO DE LA ALOCUCIÓN POR V. T. HOUTEFF
MINISTRO DE LOS DAVIDIANOS ADVENTISTAS DEL SÉPTIMO DÍA
EL SÁBADO, 21 DE SEPTIEMBRE DE 1946
CAPILLA DEL MONTE CARMELO
WACO, TEXAS
Algunos hermanos me han escrito de tiempo en tiempo preguntándome acerca de lo que puede hacerlos elegibles para recibir el sello de Dios. Unos desean saber si haciendo esto o aquello o lo otro pueden ser sellados. Otros desean saber si el no hacer esto o aquello dejarán de recibir el sello.
Sin duda que la pregunta es oportuna y buena. Tales preguntas vitales merecen respuestas tan concretas como las mismas preguntas. ¿Y quiénes pueden contestarlas más concretamente que los que han sido delanteros a nosotros; los que han tenido que cumplir con los mismos deberes, los que han pasado por una misma experiencia y andado por el mismo camino que hoy estamos andando; los que una vez se estaban a sí mismos preparando para el reino como lo estamos haciendo nosotros?
¿Y en quiénes encontramos semejante paralelo? - En ningunos otros que en aquellos que dejaron a Egipto y partieron a la Tierra Prometida. No, en ningunos otros. Ellos son nuestro único tipo. La inspiración dice: “Y estas cosas les acontecieron como ejemplo, y están escritas para amonestarnos a nosotros, a quienes han alcanzado los fines de los siglos”. (1ª. Corintios 10: 11). Por lo tanto, sus deberes son nuestros deberes, y sus fracasos deberían ser nuestros peldaños hacia el buen éxito. De esta forma los hechos de los que entraron a la tierra prometida deben ser nuestros
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hechos, y si hemos de ser sellados, luego los hechos de aquellos quienes fracasaron en entrar allá, deben ser rehuidos por nosotros tan completamente y tan rápido como rehuiríamos el foso de un león.
Averigüemos ahora porque algunos de ellos entraron a la tierra prometida y otros no entraron, porque esto es lo que la Inspiración manda que hagamos. Esta escritura implica que si estas experiencias del antiguo Israel no hubieran sido para ejemplo, entonces nunca hubieran sido escritas. Cuán importante es entonces que las estudiemos diligentemente. Si, para poder saber que tenemos que hacer o no hacer para recibir el sello y para entrar en la tierra prometida, debemos examinar los actos de ambos: los que entraron y los que no entraron allá.
Empecemos nuestra investigación con Moisés, con el agente humano, el caudillo visible del movimiento. Educado en las cortes del Faraón, él recibió la más alta educación que el mundo entonces ofrecía. Y comprendiendo que él fue el escogido para libertar a sus hermanos de la esclavitud Egipcia, se sintió muy capaz para el trabajo.
Recuerdan la historia de como él empezó a libertarlos aunque no fue dicho todavía para hacerlo. Mató a un egipcio, cayó en una disputa con uno de los Hebreos, y luego huyó por su vida. De esta manera en Madián obtuvo un trabajo, llegó a ser pastor, y se casó con la hija de su empleador. Durante esos cuarenta años de su vida de pastor, él olvidó el idioma de los egipcios, y con ello, la erudición de Egipto. En lugar de ella, sin embargo, aprendió a cuidar bien a las ovejas. Por lo tanto, desvaneció de su mente la idea de liberar al pueblo de Dios de la esclavitud egipcia. Entonces fue cuando Dios lo vio fuerte y bien capaz, y lo mandó para regresar a Egipto y sacar
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a su pueblo acongojado.
Sabéis como Moisés protestó en contra de esta idea y argumentó que había fracasado en su primer intento, el tiempo cuando era joven y bien-informado y que a aquella tarde hora de su vida él no quiso intentarlo de nuevo, que ya no podía hablar el idioma. Después de una conversación prolongada Dios removió estas objeciones prometiendole darle a su hermano Aarón, para su interlocutor, y Moisés finalmente consintió en regresar a Egipto.
Fue a Egipto, y allí con su vara de pastor obró señales y maravillas ante los egipcios y los hebreos. Y recuerdan que tuvo lugar la noche de la pascua, la noche antes que ellos salieran de Egipto. Moisés había proclamado por toda la tierra que en toda casa donde no se encontrara la sangre en los postes de las puertas en aquella noche, los primogénitos de esa casa morirían.
El siguiente día los que desobedecieron el mandato estaban ocupados en luto y en enterrar a sus muertos, mientras que los que obedecieron la orden estaban gozosamente abandonando las ciudades. Si, sólo los que fueron capaces de tomar órdenes fueron libertados de la esclavitud. Es por lo tanto, un pre-requisito que aprendamos a tomar órdenes si hemos de recibir el sello de Dios en nuestras frentes.
No olvidemos, sin embargo, que los hijos de Israel dejaron a Egipto con gran celo y grandes esperanzas. Pero cuando vieron a su frente el Mar Rojo y el ejército de Faraón siguiéndolos a sus espaldas, entonces fueron llenos de gran consternación. Ellos creyeron verse en una trampa de muerte aunque se hallaron en la frontera de otra gran liberación maravillosa. Entonces se volvieron a Moisés acusándole de traerlos al mar haciendo imposible que ellos escaparan de sus enemigos.
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Viendo humanamente la situación, ellos estaban en un precario predicamento. En aquel momento ellos olvidaron la liberación milagrosa de los capataces de Faraón, y sus ojos se cegaron a la maravillosa nube por día y la columna de fuego por noche que los había guiado por todo el camino. Como ellos vieron esto, la evidencia en contra de la habilidad de Moisés para guiarlos con seguridad fue abrumadora. En cuanto a como lo vieron, el entero proyecto parecía destinado a fracaso. Sus esperanzas de progresar o aun de volver los abandonaron y todo porque ellos creían que Moisés y no Dios era el que los libertaba. Cuán cortos de vista, inconstantes, incrédulos, y olvidadizos somos los seres humanos. La experiencia en la obra del evangelio me ha enseñado que el pueblo de Dios de hoy tiene ahora el mismo tentador contra el cual luchar y las mismas tentaciones que vencer si recibirán el sello de Dios.
¡Que grande diferencia hubiera si solamente los Israelitas hubieran creído que Dios, no Moisés, era su Líder, que lo que a ellos parecía ser una trampa de muerte, era sólo su puerta de esperanza. Que su experiencia nos enseñe recordar que Dios nos está guiándonos completamente o no lo está haciendo, que Sus caminos no son nuestros caminos, y que lo que parece ser nuestro mayor obstáculo, puede resultar nuestra mayor bendición.
Podemos ver que el verdadero peligro de Israel no estaba en lo que Moisés hacía, sino en la incredulidad del hecho de que Dios tuviera las riendas en sus manos, en el no reconocer que los caminos de Dios son inescrutables — contrarios a los nuestros. Ellos fracasaban en ver que Dios podía obrar milagros tras milagros para libertarles de la mano de sus enemigos, que El podía secar el océano tan fácil como inundar la tierra.
Teniendo sus fracasos ante nosotros, debemos aprovecharnos de ellos
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como peldaños para conseguir el éxito. Creamos, por lo tanto, con todo nuestro corazón que Dios está a cargo de nuestra salvación, de nuestras vidas y de nuestra muerte también, y que El es capaz de libertarnos aun si la tierra cayera del espacio, que no podemos morir si El quiere que vivamos, y que no podemos vivir si quiere que muramos. Tengamos entendido que no sabemos nada acerca de los planes de Dios a menos que El nos los revele por medio de sus siervos señalados, los profetas, y como los presenciamos día por día. Si nosotros diariamente caminamos con Dios, si confiamos todo a El, entonces la responsabilidad es toda de El.
Dios en su sabiduría trajo a Israel al Mar Rojo para su propio bien, y aunque no podían ver Su camino, con todo por causa de Su nombre dividió el mar, los atravesó salvos, y al mismo tiempo, ¡por el mismo milagro El destruyó a sus enemigos! Y en ese momento fueron libres.
Si Moisés hubiera dudado, como el pueblo que estaba con él, del poder y liderazgo de Dios, ¿Qué efecto habría obtenido con su vara cuando hirió el mar con ella? - Ninguno. Si el Juicio del Infinito fuera lo mismo como el juico del finito entonces el ejército de Faraón o hubiera matado esclavizado de nuevo a Israel.
Sus grandes liberaciones, por lo tanto, para siempre debieran establecer nuestra confianza en Dios, y debería poner como recuerdo perpetuo que la sabiduría de los hombres es locura con Dios, y que la fe en El actualmente remueve montes y mares también.
A pesar de estos ejemplos, los hombres hoy día todavía esperan que Dios obre según el criterio de ellos, y por esto es que muchas veces El se sirve de niños en
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Su obra en lugar de hombres sabios y prudentes.
El ejército de los Hebreos bien sabía que ellos habían sido guiados al mar siguiendo por la nube de día y el pilar de fuego de noche. Con todo ninguno de estos prodigios pareció haber hecho ninguna impresión duradera sobre ellos. Hay peligro en que nosotros, también podamos olvidar la forma en la cual el Señor nos ha guiado.
Después que Israel cruzara el mar, y después que el mar envolviera a sus enemigos en su seno, ellos cantaron y dieron la gloria a Dios, pero aunque el ejército de faraón y el mar ya no fueron objetos de miedo sino de interés, sus pruebas, dudas, y temores todavía no había terminado. Casi inmediatamente después que vieran el mar atrás y el desierto delante empezaron a recriminar a Moisés por haberlos traído al desierto para sufrir de hambre y de falta de agua. Nunca penetró en sus mentes que si Dios pudo secar el mar, podía ciertamente inundar el desierto y hacerlo florecer como una rosa. A pesar de sus dudas y sus quejas Dios una vez más realizó un milagro aun mayor: causó que el agua se brotara de una roca y les trajo maná del Cielo.
Hoy como en los días de Moisés muchos están duplicando los pecados de ese pueblo. Estos tales un día están todos en fuego, y al siguiente día están en el hielo. Otros alaban a Dios en voz muy alta mientras su barco navega pero cuando el mar se encrespa y las olas comienzan a batirse en contra de ellos entonces ven a un hombre ante el timón, y en lugar de esperar que Dios calmara el mar se ponen a buscar en lugar en donde desembarcar. Además hay otros que constantemente intentan promoverse por continuas murmuraciones en contra de los que llevan la entera carga. Por eso debe haber entre nosotros hoy — antitípicos deudores, lamentadores,
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buscadores de cargos y murmuradores, reconociendo una gran verdad un día y olvidándola el día siguiente — y ¡con todo esperando ser sellado con el sello de Dios y estar con el Cordero sobre el Monte de Sion!.
El Señor satisfacía el hambre de su antiguo pueblo con la comida de Angel, la clase que su trabajo y el clima requerían. El les daba alimento fresco diariamente y no les costaba un centavo. Todo lo que ellos tenían que hacer era traerlo a sus tiendas y comerlo. Pero les disgustaba el maná, y deseaban estar otra vez en Egipto al lado de las ollas de carne, “Los puerros, cebollas y ajos”. A sus ojos Moisés era el mayor pecador y lo culpaban por todas las pruebas de su fe. Si Dios les hubiera dado otra cosa en lugar del maná, habrían estado inconformes de todas maneras porque tenían en si un mal espíritu. Comamos pues y bebamos con gozo y gratitud la comida que el Señor nos da para comer y cuando El nos la da.
Recuerdan que al codiciar alimento de carne hicieron que la situación fuera intolerable para Moisés. Así, para su gran sorpresa los codornices llenaron el campo, y la multitud los llevó a sus tiendas. ¡Pero a que costo! Miles de ellos murieron aun mientras la carne ya estaba en sus bocas. Entonces entendieron que la carne no era un alimento mejor. Fue una gran lección, pero costosa. ¿Y qué de nosotros Vegetarianos?
Aún entonces sus murmuraciones no terminaron, ellos encontraron más de que murmurar. Ellos estaban tomándose a “si mismos”. Ellos estaban celosos de Moisés y de Aarón. Los buscadores de cargos se quejaron de que Moisés y Aarón controlaban demasiado. “Nosotros somos igualmente favorecidos de Dios como Moisés y Aarón.” Dios habla con nosotros tanto como El habla con ellos dijeron. ¿Y quiénes eran los mayores murmuradores? Los príncipes de la nación, los
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hombres que fueron los más capaces, los mismos que tenían que saber mejor. Aquellos que podrían haber sido la mayor ayuda para Moisés llegaron a ser sus mayores problemas. Ambicionaban la posición de Aarón; codiciaban el cargo de Moisés. No querían satisfacerse con menos. El Señor mismo no pudo más con ellos. La única cosa que pudiera hacer fue causar que la tierra los tragara. De esta forma en un día miles — prácticamente todos los profesos sabios — cayeron en las entrañas de la tierra. ¿Estamos nosotros también buscando cargos por los cuales exaltar el yo y estamos nosotros también intentando usurpar la posición del Espíritu de Verdad?
Finalmente los emancipados hijos de Israel llegaron a los bordes de la Tierra Prometida. Y aunque ellos habían sido testigos de todos los milagros del pasado, con todo no creían que Dios podría procurar la tierra para ellos. Ellos habían visto como El fue capaz de libertarlos de las ladrilleras de Faraón, de traerlos por tierra seca atravesando el mar para destruir a sus enemigos, de darles alimento y agua en el desierto donde no había nada de que echar mano y con todo no creyeron que El fue capaz para tomar la tierra para ellos y que pudo terminar lo que comenzara.
Hay miles hoy día que virtualmente están haciendo lo mismo cuando dicen que “Isaías, capítulo 2, Miqueas, capítulo 4, Jeremías, capítulo 31 y Ezequiel, capítulos 36 y 37 nunca serán cumplidos”. Fueron los que ya eran de edad, los que hubieran debido saber mejor que empezaron el balón rodando montaña abajo para la destrucción. La juventud por supuesto, debe haber hecho eco a las murmuraciones de los ancianos, pero el Señor no tomó esto en cuenta en contra de ellos. Y así a fin de salvar a la juventud, Dios tuvo que sepultar a todos sus padres murmuradores, excepto de dos fieles, hombres confiados que protestaron en contra del mal informe que dieron los otros diez espías. Observen que cada adulto que
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salió de Egipto, con excepción de Caleb y Josué, tuvieron que ser sepultados antes que los jóvenes pudieran cruzar el Jordán. ¿Por qué? Porque aunque Dios los sacara con facilidad fuera de Egipto, no pudo sacar Egipto de ellos. ¿Aún se preguntará porqué el Profeta Elías debe “volver el corazón de los padres a sus hijos, y el corazón de los hijos a los padres”? (Malaquías 4:6).
Los Cristianos con frecuencia piensan que los Isrraelitas eran muy malos y faltos de orden, pero después de tener sus experiencias para sacar provecho de ellas, piensen ¡cuanto peores seremos nosotros si hacemos como ellos!. Si no hacemos mejor que ellos, ¿Cómo podemos esperar ser elegibles para el sello y para el Reino siendo que ellos no fueron elegibles?
En la misma flor de la vida Moisés se consideró capaz para libertar a los hijos Israel. Pero la Providencia le dijo: “ Tu no estás apto para la obra. Ven acá y Yo te haré apto para la obra. Así Moisés salió.
Moisés no necesitaba la educación de Faraón para hacer la obra de Dios. Le fue un impedimento para él. ¿Por qué? porque lo hizo autosuficiente, independiente de Dios. Tal persona habría sido propia para alejar al pueblo de Dios lejos de El y del pecado, e impropio para guiarlos a Dios y lejos del pecado.
¡Que cierta es entonces, la declaración que se hace en Testimonios para la Iglesia, Volumen, 5, página 76: “… En la última solemne obra pocos grandes hombres estarán empeñados en ella. Ellos son autosuficientes, independientes de Dios, y El no puede ocuparlos. El señor tiene siervos fieles, que en el tiempo del zarandeo y de la prueba, serán descubiertos a la vista”.
Dios puede ayudar sólo a aquellos que saben que son incapaces para la tarea. Aquellos que conocen que necesitan de Su ayuda. Así entonces, los que piensen que pueden hacer maravillas
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son los mismos que nada pueden hacer, sino daño.
Se ve claro entonces, que los que Dios tiene que usar en su obra final, en el tiempo del fin, no han de ser en nada parecido al príncipe coronado de Egipto, ni en nada parecido al erudito Moisés. Los que puedan aprender como guardar y alimentar ovejas y obedecer órdenes, son los únicos que pueden ser enseñados como cuidar y alimentar al pueblo de Dios.
La esposa de Moisés era la única Etiope en la compañía. Por esta razón algunos pensaban que eran superiores a ella. Pensaban que era un pecado imperdonable que Moisés se hubiera casado con una mujer que no era de su nación, como si la raza tuviera que ver algo en hacer a un pueblo superior o inferior. María, la misma hermana de Moisés cayó en ese pecado. Allá estaba ella tratando de romper los lazos de su familia, con todo Moisés oró por su recuperación cuando ella fue herida de la lepra.
¿Quiénes entraron a la tierra prometida? - Todos con excepción de los murmuradores. ¿Suponen que pueden alimentar el mismo mal, espíritu de la murmuración y la queja y a pesar de esto recibir el sello? - ¡Que pensamiento tan absurdo! ¡Que injusto procedimiento sería el que un Dios justo destruyera a los desobedientes de aquel tiempo, y que salvara a los desobedientes de este día!
¿Qué fue lo que hizo un grupo elegible para cruzar el Jordán? Fue que ellos confiaban en Dios sabiendo que fue su Caudillo Principal. Ellos reconocían a Moisés y a Josué como aquellos por medio de quienes Dios se comunicaba con ellos. No los consideraban ser cualquiera otra cosa que lo que realmente fueron. Estaban contentos con su suerte. Tomaron órdenes como se las fueron dadas. Por eso fueron los que entraron en la tierra.
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Teniendo estos ejemplos ante nosotros, este cuadro para pasar, yo puedo decir con certeza si voy al Reino o si voy a caer las entrañas de la tierra (Apocalipsis 12:16). Y yo estoy seguro de que también ustedes pueden decir la dirección que llevan. El Señor no requiere de nosotros más o menos que lo El requirió de nuestros tipos. No hay pues ningún misterio acerca de lo que debemos hacer y no hacer para recibir el sello de Dios.
No necesitamos ir a la tierra de las maravillas, o abrigar la idea de que debemos experimentar un sentimiento misterioso, o alguna emoción excitante, no necesitamos bañarnos en el polvo o brincar hasta el techo. No necesitamos hacernos unos locos de nosotros mismos. Todo lo que necesitamos hacer es ser nosotros mismos. Seamos tranquilos, decentes, respetables, como seres celestiales esforzándose por cumplir la voluntad de Dios en la tierra como se hace en el cielo. No necesitamos hacer ostentación de nosotros mismos, pero si necesitamos ocuparnos en los negocios que Dios nos dio y guardándonos de “entrometernos”en los asuntos de los otros.
Sólo cuando hemos hecho todo para cumplir con los requisitos del mensaje para hoy, no para ayer, seremos sellados para estar con el Cordero en el Monte de Sion.
¿No debemos sentirnos alegres todos nosotros de que mientras somos invitados al Reino, se nos enseña también la manera de llegar allá? En vista de todas estas cosas, no debemos permitir nunca que nuestra confianza en Dios se desvanezca. Debemos ser estables, firmes en todo, faltando nada. Los siervos de Dios de la hora undécima, según la Inspiración, han de ser “un gran pueblo y fuerte: nunca ha habido como tal, y tampoco habrá después de ellos” (Joel 2:2). Saben lo que creen, y creen lo que saben. Y lo más importante de todo, saben que son guiados por Dios, no por el hombre.
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No son como los Fariseos quienes construían monumentos en memoria de los profetas muertos (Mateo 23:29-31) y a la misma vez ¡mataban a los profetas vivos! Con esta luz iluminando nuestro camino, Hebreos, capítulo 3, 4, 10, y 11 se explican a sí mismos.
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La Sagrada Página
Una gloria inunda la sagrada página,
Majestuosa como el sol;
Da una luz a cada edad,
Da, pero no pide prestado nada.
El Espíritu respira en la palabra,
Y trae la verdad para ver;
Los mandatos y promesas nos proporcionan
Una luz santificada.
La mano que la dio, todavía proporciona
La graciosa luz y el calor;
Sus verdades suben en las naciones,
suben, pero nunca caen.
Gracias sea por el eterno brillo,
De cada despliegue luminoso;
Hace que el mundo de oscuridad brille
con las vigas del día celestial.
- Wm. Cowper
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MEDITACIÓN PARA LA ORACIÓN DE APERTURA
Daré lectura en el Libro El Discurso Maestro de Jesucristo, páginas 91-92. El capítulo tiene por título “Santificado sea tu nombre”.
D.M.J. p. 91, 92 - “Para santificar el nombre del Señor se requiere que las palabras que empleamos al hablar del Ser Supremo sean pronunciadas con reverencia. ‘Santo y temible es su nombre’. Nunca debemos mencionar con livianamente los títulos ni los apelativos de la Deidad.
Pero santificar el nombre del Señor significa mucho más que esto … Se dijo de la Iglesia de Cristo: ‘Se la llamará: Jehová, justicia nuestra’. Este nombre se da a todo discípulo de Cristo. Es la herencia del hijo de Dios. La familia se conoce por el nombre del Padre. El profeta Jeremías, en el tiempo de la tribulación y gran dolor, oró, ‘Sobre nosotros es invocado tu nombre; no nos desampares’.
En todo acto de la vida, debéis manifestar el nombre de Dios. Esta petición exige que poseamos su carácter. No podemos santificar su nombre, ni representarlo ante el mundo, a menos que vuestra vida y carácter representemos la vida y carácter de Dios. Esto podrá hacerse únicamente cuando aceptemos la gracia y justicia de Cristo”.
Dándonos cuenta de que Dios nos ha reconocido como a Sus hijos en presencia de los hombres y de los ángeles, oremos porque “no deshonremos el nombre tan digno por el cual somos llamados”. Oremos para que seamos sus verdaderos representantes.
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LAODICENSE O DAVIDIANO -- ¿CUÁL?
TEXTO DE LA ALOCUCIÓN POR V. T. HOUTEFF
MINISTRO DE LOS DAVIDIANOS ADVENTISTAS DEL SÉPTIMO DÍA
EL SÁBADO, 28 DE SEPTIEMBRE DE 1946
CAPILLA DEL MONTE CARMELO
WACO, TEXAS
Esta tarde voy a contestar la pregunta: ¿Como puedo yo saber que no soy todavía un Laodicense, sino un verdadero Davidiano? A fin de discutir inteligentemente el asunto de esta pregunta, debemos figurar mentalmente un cuadro de lo que son los Laodicenses y de lo que los Davidianos deben ser. Daré lectura en
Apocalipsis 3:14-18 - “Y escribe al ángel de la Iglesia en Laodicea: He aquí dice el Amén, el testigo fiel y verdadero, el principio de la creación de Dios: Yo conozco tus obras, que ni eres frío, ni caliente. Ojalá fueses frío, o caliente. Más porque eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca. Porque tu dices: yo soy rico, y estoy enriquecido, y no tengo necesidad de ningún cosa; y no conoces que tu eres un cuitado y miserable y pobre y ciego y desnudo: yo te amonesto que de mi compres oro afinado en fuego, para que seas hecho rico, y seas vestido de vestiduras blancas, para que no se descubra la vergüenza de tu desnudez: y unge tus ojos con colirio para que veas”.
¿Cuál es el mal del ángel de la Iglesia de Laodicea? - El está tibio. El no está frío ni está caliente. El Señor recomienda que sea o frío o caliente, — incómodo, en busca de algo mejor en lugar de
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quedarse tibio, muy contento con sus logros espirituales, supuestamente rico y aumentado con bienes (con Verdad). No sabiendo que es espiritualmente pobre, ciego y desnudo. Recibe advertencias de El que sabe todo y le pide que se arrepienta. Si la advertencia del mismo Señor falla en hacerle cambiar de mente, luego la única alternativa que le queda al Señor es vomitarle de Su boca.
Por las palabras, “Yo soy rico, estoy enriquecido”, el ángel de Laodicea dice que tiene buena comprensión de la Biblia y tiene los “Testimonios para la Iglesia”, y que estas cosas le han enriquecido. Y también, tiene otras publicaciones denominacionales, su aumento. De esta forma se engaña que tiene la entera verdad para llevarle directo por las Puertas de Perlas, que no tiene necesidad de nada. El consejo del Señor, sin embargo, que de El compre el oro afinado en fuego, para que pueda ser rico, descubre el hecho de que las riquezas de los Laodicenses no son “oro puro” y de que su llamado enriquecimiento no es enriquecimiento de verdad, sino de interpretaciones privadas de las Escrituras, faltas de inspiración, no purificadas en el fuego.
El ángel de Laodicea está también desnudo. No lleva el traje de boda; no tiene la justicia de Cristo. Y su desnudez, no teniendo ninguna ropa que la cubra, denota que no tiene justicias con excepción de las suyas propias - las justicias con que nació — su mera piel. Además es espiritualmente ciego. Y para este mal el único remedio es solamente el colirio del Señor. Si sólo tomara el consejo del Señor y aplicara el colirio a sus ojos enfermos, luego podría ver.
¿Qué se representa el colirio? Primero entendamos lo que hace que un hombre sea ciego espiritualmente. Aquel que sabe aun el número de los cabellos de nuestras cabezas, dice: “si la lumbre que hay en ti son tinieblas,
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¿cuántas serán las mismas tinieblas?” (Mateo 6:23). Si la negligencia en la luz espiritual hace ciego al ofensor, entonces su único remedio es algo que le despierte o le mueva en el celo para descubrir su verdadera condición, es su único remedio. Sólo este colirio puede posiblemente abrir sus ojos. Permitame dar una concreta ilustración:
Algunos individuos escriben diciendo: “ Oí tanto en contra de la ‘Vara del Pastor’ y lo que oí me llenó de un prejuicio inclemente. Pero sucedió que una vez tomé uno de sus pequeños Tratados … y por la cortesía, yo pensé que vería de que se trataba. Después de leer algunas páginas, mis ojos fueron abiertos, y leí el libro completo. Ahora yo estoy ansioso de leer el resto de los libros. ¿Tendrá usted la bondad de enviarme toda la literatura que pueda?”
Otro incidente Providencial que sucedió en China, llamó nuestra atención: “Yo encontré en la calle la mitad de uno de sus Tratados (Tratado número 13) y lo recogí, pocos días después mi esposa encontró la otra mitad del Tratado en la curva de la misma vía. Yo junté las dos mitades, y obtuve su dirección. Estoy profundamente interesado en el contenido, ansiosamente estoy esperando saber de usted ¿Podría usted decirme todo lo que me ayude a encontrar mi felicidad ?”
Estos hermanos buscadores de la verdad claramente representan los que puedan rescatarse de su Laodiceanismo. Sus experiencias ilustran bien que el “colirio” representa la inspiración oportuna de la Verdad.
Permitanme decirles ahora de otra clase de individuos de los que con frecuencia recibo comunicación. Escuchen lo que dicen: “Favor de guardar su “Vara” para usted mismo, borre mi nombre de su lista. Yo no me intereso lo más mínimo en lo que usted está haciendo. Tan pronto como llegan sus Tratados los arrojo
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al fuego. Yo nunca los leo y no los leeré jamás, ni una línea de ellos. Estoy satisfecho [tibio] con mi religión. Yo pertenezco a la iglesia remanente verdadera y espero ir con ella. ¿Cómo se atreve usted a procurar engañarme?”
Otro dice: “Favor de no mandarme más su literatura, estoy satisfecho con mi propia manera de pensar”.
Esta manera de expresarse es propia de los Laodicenses. Muestra perfectamente su tibieza. El Señor, no obstante, está en contra de su actitud. ¿Habrá, algo que pudiera cortar rápido y completamente la línea de comunicación con Dios para siempre que una actitud de tener toda la Verdad y de no tener necesidad de ninguna cosa más? Si el lenguaje en las cartas que acabo de leerles no dice, “Yo no tengo necesidad de nada”, ¿entonces cómo decirlo?
Este grupo de Laodicenses nunca, nunca abrirán su ojos, nunca serán otra cosa que cuitados, miserables, pobres, ciegos, desnudos. Ellos nunca podrán ser alcanzados por el cielo - no, ni aún por el Señor mismo. Si siguen así, luego la única cosa que el Señor pueda hacer es vomitarles de Su boca, nunca más para mencionar sus nombres al Trono de la Gracia. Cualquier cosa nueva que se saca de la Biblia por otro, aparte de ellos, aunque diciendo ser por la Inspiración, rápidamente lo tilden “engaño”, aunque ellos ya se ven en un terrible engaño. Leen la Biblia con la esperanza de encontrar prueba con la cual estar en desacuerdo con todo, menos con ellos mismos.
Daré una ilustración: supongamos que voy al banco a depositar un millón de pesos, y que yo seriamente creo que yo soy un millonario. Pero el banquero me
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dice “su dinero es falso”, ¿Qué tan rico seré entonces?- y supongamos que no tengo otro. ¿Qué tan rico seré entonces? Seré tan rico como el ángel de Laodicea. Semejante experiencia que abra sus ojos es la que los Laodicenses necesitan. Al menos que suceda algo a ellos como esto, estarán creyendo siempre que son ricos y sin necesidad de nada. Algún día no muy lejano, el mismo Atalaya celestial les dirá cara a cara que su oro no está purificado al fuego. Entonces sus ojos serán abiertos, pero no será bastante oportuno para que les haga ningún bien.
Ellos están ahora viendo a la distancia, y se sienten seguros de estar en el “mar de vidrio”. Pero cuando lleguen al fin de su camino y estén cerca para mirar, ellos con dolor indecible y con temblorosa voc, clamarán: “¡espejismo, espejismo! ¡No el mar de vidrio!” Entonces se sentirán ansiosos de saber la verdad; y pagarán cualquier cosa para conseguirla, pero será demasiado tarde y, para cambiar la figura, sólo llegarán a la puerta para oír la Voz decir de dentro, “Yo no os conozco”. (Mateo 25:12).
Por los rasgos fisonómicos de una persona, podemos identificar su raza; por semejante manera podemos juzgar la ocupación de una persona según la indumentaria que porta. Si un individuo viste buena ropa, y no está sobrecargado de todas las cosas que pudieran ponerse, sabremos que este es un hombre de negocios. Si la persona está vestida con ropas no muy finas y no está ataviada de toda prenda posible, lo juzgaremos un jugador común y corriente. Si porta zaragüelles (overoles) le juzgaremos un obrero, si está vestido de otra manera, le juzgaremos un oficinista o profesional. Pero si él no usa ningún vestido entonces ninguno sino Dios puede decir qué es. Tal es un Laodicense.
Ahora si el vestido blanco representa la justicia de Cristo, entonces si alguno no lleva ningún vestido,
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es desnudo, ¿la justicia de quién tendría? — la justicia propia, sólo la piel en la que nació. La desnudez Laodicense representa exactamente eso pero no lo saben. Me doy cuenta que esto dice mucho, pero no es decir demasiado, pues es el Señor quien lo dice.
El invita a los Laodicenses a que compren de El oro, la clase del que está afinado en fuego (Verdad inspirada), para que sean verdaderamente ricos. El los invita a que se vistan el vestido de boda, para que no sean arrojados a las “tinieblas de afuera”, donde será el lloro y el crujir de dientes. Si ellos no aceptan ahora su invitación - si, ahora - sin duda será su desnudez expuesta y tendrán vergüenza.
Si ustedes hacen lo contrario a lo que hacen los Laodicenses, entonces por supuesto que no serán todavía Laodicenses. Y es fácil saber también si son Davidianos o no. Para saber si usted es un Davidiano, debe saber primero lo que es un Davidiano. Brevemente diremos que un Davidiano es reconocido por su traje, por el lugar de donde lo adquiere y por lo que da en cambio de él. El profeta Zacarías explica:
Zacarías 3:1-4 - “Después me mostró al Josué, el sumo sacerdote, el cual estaba delante del ángel de Jehová; y Satanás estaba a su mano derecha para acusarle. Y dijo Jehová a Satanás: Jehová te reprenda, oh Satanás; Jehová, que ha escogido a Jerusalén, te reprenda. ¿No es éste un tizón arrebatado del incendio? Y Josué estaba vestido con vestiduras viles, y estaba delante del ángel. Y habló el ángel, y mandó a los que estaban delante de él, diciendo: Quitadle esas vestiduras viles. Y a él le dijo: Mira que he quitado de ti tu pecado, y te visto vestir de ropas de gala”.
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El primero a quien fueron dadas las ropas fue a Josué, el sumo sacerdote, el más alto oficial de la Iglesia. Entonces si él no tiene las ropas, ninguno las tiene tampoco. Por esto vemos que un genuino reavivamiento y reforma comienza por la cabeza y no por los pies, y que antes que uno reciba el derecho de poner el vestido - su iniquidad ha de quitarse. Se arrepiente de sus pecados y el Señor los borra. Aunque Satanás, no obstante, está allí para ser en contra de él y acusarle: pero gracias a Dios, el Señor también está allí para reprender al enemigo. ¿Hermano, Hermana, comprende la lección? Mientras estén consiguiendo el vestido tendrán que arrostrar fuerte oposición. ¿Pero qué importa? ¿Es mucho el que permanezcamos firmemente por causa de la verdad y la justicia cuando la mayoría nos está abandonando?, ¿Y de qué otro modo seré un héroe para Dios? (Léase Mateo 5:10-12).
Los apóstoles y los profetas no solamente soportaron oposición de sus propios hermanos, sino que alegremente murieron por causa de sus vestiduras blancas. A ustedes, sin embargo, no se les pide ahora que rindan sus vidas, sino que las salven. Los “papeles” se han cambiado. El Señor no permitiría que sean consumidos por el fuego. El ha de rescatarles como a un “tizón que es arrebatado del incendio”.
De aquí vemos que el Josué de la actualidad está teniendo sus ropas sucias y deben ser cambiadas por las vestiduras blancas de Cristo.
Zacarías 3:5 - “Después dijo: Pongan mitra limpia sobre su cabeza. Y pusieron una mitra limpia sobre su cabeza, y le vistieron las ropas. Y el ángel de Jehová estaba en pie”.
No sólo fue vestido de ropas blancas, sino que también fue coronado con una mitra limpia. Y ¿qué cosa puede significar esta corona sino la autoridad
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con que fue investido como un gobernante señalado por los cielos?. Y como tal él está vestido desde su cabeza hasta sus pies, “ y el ángel del Señor estaba en pie”. ¡Que regalo! ¡Y qué guardia de honor para uno estando en un mundo como el nuestro! A pesar de esto, los seres humanos están muy tardíos y vacilantes en tomar su puesto al lado del Señor. La mayoría prefiere depender del hombre.
Zacarías 3:8 - “Escucha pues, ahora, Josué sumo sacerdote, tu y tus amigos que se sientan delante de ti, porque son varones simbólicos [“maravillosos” en inglés]; He aquí, yo traigo a mi siervo, el Renuevo [Vástago o Rama]”.
No solamente Josué, sino también todos los que se sientan ante él (la congregación) son amonestados a que escuchen este mandato. ¿Y qué clase de hombres son estos? - Hombres “maravillosos”. Este simbolismo muestra que al tiempo del cumplimiento de esta escritura, el ángel de la Iglesia de los Laodicenses no tiene ya bajo su cargo la casa del Señor, y que el pueblo de Dios ha de ser compuesto enteramente de ¡hombres maravillosos!
Es obvio entonces, que como resultado de este reavivamiento y reforma en la Iglesia de Laodicea surge otra Iglesia, de la cual el Josué y no el ángel de Laodicea, está encargado. En ella no ha de haber ni “cizaña” (Mateo 13:30), ni “mal pescado” (Mateo 13:47,48), ni “cabras” (Mateo 25:32). La de Laodicea, la séptima, es la última que es mezclada con los hipócritas, santos y pecadores.
¿Quién ha de traer este reavivamiento y reforma, este gran cambio? - EL RENUEVO. Y de acuerdo con Isaías 11:1-5, el pimpollo o Vástago es el Señor, el hijo de David. Leamos ahora:
Zacarías 3:9 - “Porque he aquí aquella piedra que puse delante de
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Josué; sobre esta única piedra hay siete ojos: he aquí, Yo grabaré su escultura, dice Jehová de los ejércitos, quitaré el pecado de la tierra en un día”.
Los que están sentados ante Josué son “hombres maravillosos”. Como tales son representados por La “piedra” (Iglesia o Reino) que está a la vista de Josué. Tiene “siete ojos” — visión perfecta. Cuando esta purificación de la iglesia tome lugar luego el pecado en la tierra es quitado rápidamente — “en un día”.
Aquí se ven reavivamiento y reforma genuinos acompañados por la purificación de la Iglesia. El Señor ha de tener una Iglesia pura y un pueblo limpio.
Zacarías 3:10 - “En aquel día, dice Jehová de los ejércitos, cada uno de vosotros convidará a su compañero debajo de su vid, y debajo de su higuera”.
“En aquel día”, en el día que esta purificación tome lugar, la obra del evangelio tiene que ser terminada pronto porque cada miembro de la casa del Señor llamará a su vecino a su propio terreno, el que Dios ha pre-ordenado que tenga cada uno. Cada uno ha de ser misionero en una capacidad u otra, por lo tanto. Esto es realmente un movimiento laico que terminará la obra del evangelio.
La declaración, “Cada uno llamará a su compañero debajo de la vid y debajo de la higuera”, está también en Miqueas 4. Enseña lo mismo como Zacarías enseña.
Este tema no termina en Zacarías 3, continúa más adelante.
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Zacarías 6:11 - “Tomarás, pues, plata y oro, y harás coronas, y las pondrás en la cabeza del sumo sacerdote Josué, hijo de Josadac”.
Le es mandado al ángel tener plata y oro, y hacer coronas - no una, sino más de una. Estas son puestas en la cabeza de Josué.
Zacarías 6:14 - “Las coronas servirán a Helem, a Tobías, a Jedaías, y a Hen, hijo de Sofonías, como memoria en el templo de Jehová”.
El versículo 14 revela que Josué ha de pasar las coronas a sus ayudantes que el mismo Señor nombra. Esto tiene que ser un memorial, un recuerdo eterno en el templo del Señor.
¿Qué puede significar todo esto? - Exactamente lo que es: Josué es el Juez nombrado por los cielos. El mismo ha sido coronado como tal. Y en obediencia al mandato del Señor, Josué corona (autoriza) a sus ayudantes nombrados por el Mismo Señor. En otras palabras, como miembros de “la casa de David”, Josué los autoriza para ser ocupados en la obra. Josué es responsable ante el Señor, pero sus ayudantes son responsables ante Josué. Así se ve una organización teniendo un Líder y un sub-líder — el Señor y Josué. De esta forma todo lo que es atado en la tierra, es también atado en los cielos (Mateo 16:19).
Tan concretamente como el cielo puede hacerlo, este simbolismo demuestra que el pueblo de Dios no tiene que obrar con propósitos antagónicos o torcidos en la obra final. Todos han de hablar la misma cosa. Asi es que sus Atalayas “Alzarán la voz, juntamente darán voces de júbilo; porque ojo a ojo verán que [cuando en inglés] Jehová vuelva a traer Sion”. (Isaías 52:8). Luego su pueblo será
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llamado “Pueblo Santo”, Redimidos de Jehová, “Ciudad Buscada y no desamparada” (Isaías 62:12).
Zacarías 6:12 - “Y le hablarás diciendo: Así ha hablado Jehová de los Ejércitos, diciendo: He aquí el varón cuyo nombre es el Renuevo (“Vástago” en inglés) el cual brotará de sus raíces, y edificará el templo de Jehová!”
Josué estaba bien instruido de que el cargo y la ingenuidad para construir este templo espiritual, pertenecen a Aquel cuyo nombre es “el VÁSTAGO”. El ha de crecer de Su lugar. A El sea la gloria. El sólo ha de ser exaltado. El ha de construir el templo del Señor.
Zacarías 6:13, 15 - “El edificará el templo de Jehová, y el llevará gloria, y se sentará y dominará en su trono, y habrá un sacerdote a su lado; y consejo de paz habrá entre ambos.”... Y los que están lejos vendrán y ayudarán a edificar el templo de Jehová, y conoceréis que Jehová de los ejércitos me ha enviado a vosotros. Y esto sucederá si oyeréis obedientes la voz de Jehová, vuestro Dios”.
Así serán cumplidas las profecías de Isaías, los capítulos dos y cuatro y también el capítulo cuatro de Miqueas.
Finalmente, ¿Cómo sabemos con certeza que este mensaje fue designado y registrado especialmente para nosotros la Iglesia de hoy? - Nosotros lo sabemos por el hecho de que la revelación de estas Escrituras se da ahora, y fue nunca antes descubierta o proclamada. Ahora su proclamación revela que el Señor está tomando “las riendas en Sus propias Manos” (Testimonios para los Ministros, página 300); que el tiempo de la purificación de la iglesia (el Juicio de los “Vivos en la casa de Dios — 1ª. Pedro 4:17) está cerca (Testimonios para la Iglesia, Volumen 5, página 76); que los purificados, los 144,000 (el trigo) — Apocalipsis 14:1 ha de meterse en el granero (Mateo 13:30), ya no mezclado con la cizaña; que una multitud innumerable de
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todas las naciones (Apocalipsis 7:9), ha de traerse a la casa del Señor (Isaías 66:19, 20).
Ahora usted puede contestar por sí mismo la pregunta de si es un Davidiano o si todavía es un Laodicense. Si usted está satisfecho con usted mismo, con sus adquisiciones espirituales, con su programa del evangelio hecho por el hombre; si usted piensa que el Señor está hablando a usted por cada cosa que “retiña” en su mente; si usted cree que tiene toda la verdad, y que no tiene necesidad de más nada; si usted cree que todo el que no tenga su visto bueno de aprobación en sus creencias, es falso profeta; y si usted está en un constante temor de que alguno está tratando de engañarlo porque le enseña algo nuevo, si usted nunca piensa en la posibilidad de que pueda estar dando un portazo en la cara al portador de la verdad que puede traer el “colirio” del Señor y el “vestido de boda” - si usted hace todo esto o parte de ello, entonces usted es un Laodicense tan bueno como posiblemente puede serlo, no un Davidiano.
Pero si usted está consciente de que sus ropas estan sucias, y de que su iniquidad no ha sido borrada; si usted se da cuenta de que tiene que ir por los caminos de Dios como El lo establece por medio del Josué de hoy día; si usted está todo por Dios y no todo por sí mismo o para el mundo, entonces, por supuesto, o usted es o está por ser un Davidiano. Si usted no ha logrado todo esto, debe asegurar que lo haga; y si ya lo ha logrado entonces continúe avanzando en la luz, y con seguridad, usted finalmente estará en el Monte Sion con el Cordero.
Ahora tome el consejo del Señor, y no sea más como un trozo de corteza flotando en las aguas del océano con cada viento de doctrina.
“… El pueblo de Dios está representado en el mensaje
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a los Laodicenses en una posición de seguridad carnal. Están cómodos, creyéndose en una condición exaltada de logros espirituales …
“Que mayor engaño puede penetrar en las mentes humanas que la confianza de que en ellos todo está bien cuando todo anda mal! El mensaje del Testigo Fiel encuentra al pueblo de Dios sumido en un triste engaño, aunque crea sinceramente dicho engaño. No sabe que su condición es deplorable a la vista de Dios. Aunque aquellos a quienes se dirige el mensaje del testigo fiel se lisonjean de que se encuentran en una exaltada condición espiritual, dicho mensaje quebranta su seguridad con la sorprendente denuncia de su verdadera condición de ceguera, pobreza y miseria espirituales. Este testimonio tan penetrante y severo no puede ser un error, porque es el Testigo Fiel el que habla y su testimonio debe ser correcto”. Joyas de los Testimonios, Volumen 1, páginas 327,328.
Nosotros no tenemos capacidad para juzgar a un hombre
Hasta que él sea completamente probado;
Si no nos agrada su compañía,
Nosotros sabemos que el mundo es amplio.
Algunos pueden tener faltas - ¿y quién no las tiene?
El viejo así como el joven;
Quizás nosotros podamos, pero algo sabemos,
Existen cincuenta por cada uno.
- Joseph Kronthal
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Confianza y Obediencia
Cuando caminamos con el Señor
En la luz de su Palabra
¡Que gloria El arroja sobre nuestro camino!
Mientras hacemos su buena voluntad
El espera por nosotros aún
Y con todo, ¿quién confiará y abedecerá?
No una carga llevaremos
No un pesar compartiremos
Sino nuestro afán
El ricamente pagará
No un dolor, no una pérdida,
No un desagrado, no una cruz
Pero es bendito, si confiamos y obedecemos
Pero nunca podemos probar
La delicia de su amor
Hasta que todo lo coloquemos
Sobre el altar
Pero el favor El muestra
Y el gozo El concede
Son para aquellos que quieran
Confiar y Obedecer
J.H. Sammis
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